La depresión estacional es un problema de salud que muchas veces es ignorado e incluso normalizado. Muchas veces ocurre porque las propias personas ignoran en qué consiste y su sintomatología. Por lo tanto, pueden padecerla durante años sin saberlo, lo que genera que los diagnósticos sean tardíos.
¿Qué es la depresión estacional?
El nombre correcto es Trastorno Afectivo Estacional (TAE) y es un tipo común de depresión que por lo regular ocurre durante el invierno y puede llevar a experimentar serios daños en la salud mental que incluso se pueden extender a la parte física.
Hay muchos motivos por los cuales alguien puede desarrollar síntomas depresivos pero hay algunos cuadros de este tipo que tienen un comportamiento estacional.
Al respecto, la Mtra. Atziri Arroyo Ruiz, quien es psicóloga y académica que pertenece al Departamento de Humanidades y Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), habló acerca de este tema.
¿Por qué ocurre la depresión estacional?
La neurobiología, por ejemplo, ha estudiado el impacto del clima frío y de la reducción de luz solar en el estado de ánimo. Ello, sumado a los factores sociales como las fiestas, la cuesta de enero, el hecho de ver familias juntas si uno se encuentra en soledad y muchos otros, crea un complejo conjunto de factores de riesgo para que personas que han padecido síntomas depresivos con anterioridad los experimenten de nuevo, o en su defecto empiezan a desarrollarlos.
¿Cuáles son las características de los cuadros depresivos?
Los profesionales de salud mental distinguimos tres características claves de los cuadros depresivos.
- Tristeza
- Anhedonia
- Desesperanza
La tristeza en ocasiones proviene de la frustración que sentimos al compararnos con otras personas o cuando nos enfrentamos a una pérdida o es que nos volvemos conscientes de que ya no tenemos aquello que alguna vez tuvimos y ahora añoramos.
¿Qué es la anhedonia?
La anhedonia es la dificultad o incapacidad para disfrutar aquellas cosas que por lo regular causaban placer, como disfrutar de nuestra comida favorita, escuchar la música que nos gusta, saborear un buen helado o pasar tiempo y compartir con nuestros seres queridos.
La ciencia ha demostrado que las regiones cerebrales y los químicos que se secretan para darnos esta sensación no logran activarse o no logran hacerlo a tal grado que sintamos emoción por lo que normalmente nos daría gusto.
Es comprensible y probable que, si tenemos un estado de ánimo triste, esa tristeza de algún modo empaña nuestro pensamiento y la percepción de las cosas. Eso explica que, aunque las experiencias sean disfrutables, haya ocasiones en que la comida no sepa tan bien, no le podamos encontrar lo bonito a un atardecer o las canciones no nos inspiren como antes lo hacían, pues nuestra atención tiende a centrarse en los aspectos negativos de nuestras vidas.
¿Cómo influye la desesperanza?
La desesperanza, que consiste en la visión generalmente negativa del futuro y la creencia de que no vendrán cosas buenas, o que “ya que siempre nos suceden cosas malas” no tendrá por qué ser desagradable.
La desesperanza se ve reforzada de igual modo por diferentes elementos que nos hacen tener expectativas tal vez no tan amigables sobre el futuro. Por ejemplo, la cuesta de enero, los cambios políticos del país en el que estemos viviendo, el aumento considerable de la inseguridad y de la violencia y la incertidumbre que todo ello trae consigo.