Las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que existen al menos 285 millones de personas con algún tipo de problema visual en todo el planeta, siendo los más comunes los errores de refracción no corregidos, los cuales se pueden solucionar mediante el uso de lentes, pero siempre es pertinente que el paciente se realice las pruebas previas necesarias y especialmente que tome las medidas precautorias para evitar sufrir consecuencias mayores.
Lo anterior responde a un caso dado a conocer por la publicación inglesa Daily Mail acerca de Suszanne Dunne, una enfermera irlandesa de 30 años de edad que debido a que sufre de miopía utiliza lentes de contacto y todo transcurría de manera normal en su vida hasta que un día dejó uno de los lentes a la intemperie mientras se bañaba.
El problema se ocasionó porque mientras ella estaba ausente, un parásito de Acanthamoeba se enganchó a una lentilla y ahí permaneció. Minutos después, la enfermera se colocó los lentes de contacto de manera normal sin sentir incomodidades al instante y procedió a seguir con sus actividades de manera cotidiana.
Fu hasta un día después cuando la mujer empezó a presentar problemas pero sólo con la visión de su lado derecho, que fue donde se colocó el lente de contacto infectado. En pocas horas perdió por completo la visión de su ojo, ante lo cual solicitó la ayuda de una ambulancia para trasladarse a la unidad médica más cercana.
Una vez que le realizaron las pruebas correspondientes, los médicos diagnosticaron a la mujer con queratitis, la cual le provocó la perdida total de visión en el ojo afectado debido a que el parásito devoró la córnea, lo cual mostró lo peligroso que puede resultar el dejar los lentes de contacto en un espacio abierto sin su empaque de protección.