Por mucho tiempo, los expertos han considerado que el Síndrome de Fatiga Crónica en realidad se trata de un desorden psicológico.
Algunas fuentes calculan que el Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) afecta aproximadamente al 0.5 por ciento de la población mundial y que la proporción por sexos es del 90 por ciento en mujeres y del 10 por ciento en hombres. Sin embargo, uno de los grandes inconvenientes con esta dolencia, es que no existe un consenso en la que los profesionales de la salud la consideren como una enfermedad real, por lo que mucha veces la tratan como si fuera un trastorno psicológico.
Lo anterior podría estar a punto de cambiar gracias a una investigación realizada por científicos de la Universidad de Griffith, Australia, quienes habrían hallado que detrás del SFC existe una causa física, por lo que se trata de una enfermedad real, y no de algo que sólo está en la mente de las personas.
Durante sus investigaciones, los expertos hallaron que las personas que han manifestado este síndrome presentan una alteración en uno de sus receptores celulares, específicamente el TRPM3, el cual se encarga de controlar el funcionamiento de los canales que los iones de sodio utilizan para entrar a las células.
Los iones de sodio son importantes para la correcta regulación del gen y la fabricación de proteínas. Sin embargo esta modificación en el receptor TRPM3 no permite que los iones accedan al interior de las células, lo que ocasiona su mal funcionamiento”, explicaron los investigadores australianos.
El estudio señala que dicho receptor se encuentra presente en todas las células del cuerpo, lo que podría explicar que el SFC sea calificado por muchos como devastador y que se manifieste con síntomas que pueden producirse en cualquier parte del organismo, desde la cabeza, al sistema digestivo, pasando por el corazón.
En conclusión, los investigadores informaron que esto podría ser la razón por la que muchas de las terapias que son recetadas a personas con SFC como hacer ejercicio o hacer meditación, no funcionan, pues solamente funcionan como efecto placebo.