Uno de los productos que más circulación tiene en todo el mundo es el dinero en efectivo. Varias veces a lo largo del día, un mismo billete o moneda puede pasar por las manos de decenas de personas, en cajas registradoras, bolsillos, máquinas expendedoras, cajeros automáticos, etcétera. Por ello, son el vehículo perfecto para varios patógenos, entre ellos las bacterias.
Publicado por el sitio Money, un estudio de la Universidad Metropolitana de Londres recolectó muestras de billetes y monedas de todas las denominaciones en Reino Unido para confirmar la presencia de microorganismos nocivos. Se descubrió que al menos 19 bacterias están presentes en el dinero en efectivo de forma consistente, dos de ellas consideradas resistentes a los antibióticos.
Las bacterias resistentes a los fármacos que se encontraron en el dinero fueron la Straphyloccocus aureus y la Enterococcus faecium, MRSA y VRE por sus siglas en inglés respectivamente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera ambos microorganismos un peligro para la salud global, debido a su capacidad para sobrevivir a medicamentos convencionales y causar infecciones en abdomen, piel y sangre, así como intoxicación.
El doctor Paul Matewele, el investigador líder del estudio, comentó que las muestras de bacterias fueron colocadas en un entorno de laboratorio durante ocho semanas para permitir su crecimiento e identificación. También señaló su preocupación ante el hecho que tanto la MRSA y la VRE estuvieran presentes en una buena parte de las monedas y billetes analizados
Uno de los descubrimientos más impresionantes es encontrar tantos microorganismos que pueden prosperar en superficies metálicas, un elemento donde generalmente no esperarías que las bacterias podrían sobrevivir. Se han adaptado a su entorno, por lo que las monedas se han convertido en un caldo de cultivo de gérmenes malignos.
Aunque los resultados son específicos de Reino Unido, se puede esperar que haya una concentración similar de bacterias en las monedas y billetes de otros países, particularmente en economías donde exista una baja penetración de tarjetas de débito y crédito para las transacciones regulares; así como en culturas donde la higiene no sea un asunto tan prioritario para la población.