No cabe duda que los tiempos han cambiado radicalmente. Cuando era niño los médicos eran figuras a las cuales había que tener respeto. Ya fuera por los interminables años de estudio que demanda la profesión o por su inherente vocación para salvar vidas los profesionales de la salud eran vistos de una manera muy especial… hoy en día, por el contrario, no son sólo vistos como criminales en potencia, sino que incluso se han convertido en blanco constante del crimen organizado.
Dicho cambio tan dramático no sucedió de la noche a la mañana, sino que se trata de un proceso que se ha ido gestando a lo largo de las últimas décadas gracias, en parte, al cada vez mayor acceso a la información, proceso que podría decirse ha “envalentonado” a los pacientes para revelarse ante quienes previamente poseían el conocimiento de forma casi exclusiva.
Algo similar ha ocurrido en el mundo del periodismo. Antes (según he escuchado de la voz de mis mentores) el simple hecho de ser periodista abría muchas puertas, mostrar una simple credencial acreditándote como miembro de algún medio era similar a mostrar un título de nobleza (el llamado “charolazo”), situación que ahora no ocurre ni de chiste… es más, conozco muchos compañeros que al ser detenidos por la autoridad buscan cualquier forma de ser identificados como periodistas por temor a convertirse en una noticia más de esas que acontecen cotidianamente en nuestro país.
Como decía antes, esta pérdida de respeto ante profesiones que anteriormente eran dignas de admiración se deriva del acceso a la información, acceso que si bien ha provisto a los pacientes de un mejor entendimiento sobre las enfermedades que padece y, con ello, herramientas para dialogar con los médicos en busca de la mejor alternativa de tratamiento, también les ha otorgado una falsa sensación de conocimiento y con ella la facilidad de exigir o tomar represalias.
En verdad creo que la medicina y todos quienes la ejercen son personas merecedoras de todo nuestro respeto (yo jamás podría realizar su labor), por lo que resulta realmente triste leer diariamente cómo un médico fue baleado por su paciente o entender que los médicos huyen de ciertas zonas por los altos indices delictivos… y resultará aún más triste cuando los profesionales de la salud deben de comenzar a ocultar su profesión por temor a convertirse en una estadística más, como ya lo hacen muchos periodistas.
Indudablemente la sociedad ha avanzado mucho en ámbitos como la tecnología y el conocimiento en general… ojalá el respeto no hubiera sido el precio a pagar.