A pesar de que desde junio de 2016 el suicidio asistido es legal en Canadá, las objeciones de conciencia de parte de los médicos contra la ley han sido tan grandes que el 77 por ciento de los mismos se ha negado a participar de esta práctica con sus pacientes, situación que ha llamado la atención de las autoridades del país, quienes no se esperaban esta negativa tan grande por parte de los galenos.
En ese sentido, antes de que la citada ley entrara en vigor, una encuesta a nivel nacional indicaba que el 48 por ciento de los médicos no tenía problema en participar en el suicidio asistido, mientras que otro 30 por ciento probablemente lo haría en ciertas condiciones y sólo un 28 por ciento no lo haría bajo ninguna circunstancia.
Sin embargo, una vez que aprobada y puesta en vigor, los resultados han sido demasiado diametralmente diferentes a lo que se tenía previsto, pues el 77 por ciento de los médicos canadienses que han recibido solicitudes para ayudar a un paciente a morir se han negado a participar, utilizando todos ellos la clausula de objeción de conciencia.
Al respecto, la publicación especializada Le Spécialiste encuestó a diversos médicos para conocer a fondo el motivo de su negación a participar en el suicidio asistido de sus pacientes y la respuesta más repetida fue que no lo hicieron porque implicaba una gran carga emocional, seguida de una percepción de falta de experiencia clínica y un temor a ser estigmatizado por sus compañeros y la sociedad en general.
Esto ha levantado la controversia que existe a nivel global en torno al suicidio asistido, como la Internacional Association For Hospice & Palliative Care (IAHPC) que ha expresado que esta práctica vulnera la ética médica, mientras que la World Medical Association ha sido clara al exponer que tanto la eutanasia como como el suicidio asistido van contra el origen de la profesión del médico.