Ya sea que seas un médico experimentado o nuevo en la profesión, el cuidado de pacientes en clínicas u hospitales como voluntario, puede revivir tu pasión por la práctica y ofrecer un descanso mental de algunos de los factores estresantes de la rutina, que conducen al agotamiento médico.
Además, cuando se realizan labores de voluntarios no se tiene que trabajar con las mismas limitaciones de tiempo que la mayoría de los médicos en la práctica privada.
El ritmo de atención de los pacientes no es tan constante, ya que es posible realizar pausas activas y no estar sentado con un paciente cada quince minutos. Y lo mejor, es que no hay economía involucrada, y esto, sin lugar a dudas, puede eliminar un poco las tensiones.
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El voluntariado médico también tiene otros beneficios, entre los que se destacan:
Pasar más tiempo con los pacientes
En las consultas privadas muchas veces quedan muchas por decir, debido a los límites de tiempo, una sala de espera full y poco trato personalizado con cada caso, como realmente debiera ser.
Cuando se es médico voluntario puedes dar perfectamente los resultados de unos exámenes de laboratorio y tomarte al menos 10 minutos para dar recomendaciones o hablar sobre la tasa de casos similares al del paciente.
Asimismo el rendimiento que se obtiene del voluntariado es tremendo, porque cuando vuelves a casa, tienes la conciencia de que has hecho todo lo posible para hacer una diferencia potencial en la vida de alguien. Detalle que se ha perdido mucho en las consultas privadas o en las emergencias.
Conocer casos extraños
Los médicos que han realizado prácticas en hospitales públicos, saben perfectamente que llegan casos fuera de lo común y que de alguna manera se convierten en retos médicos.
Lo mismo pasa en el voluntariado, te da la oportunidad de investigar más acerca de ciertos comportamientos, patologías confusas o enfermedades que no habían pasado por tus manos. Y es justo allí donde comienza tu aprendizaje en tu afán por buscar soluciones terminas documentando y devolviendo la esperanza a un paciente.
Retribución a la sociedad
Un médico por vocación siente la necesidad de ir ayudando a cualquier tipo de pacientes. Hacerlo de forma gratuita, dejando a un lado el mercantilismo de la profesión es un alimento para el alma.
La sensación de aportar un grano de arena para el cambio de la sociedad, o ser parte de la solución en medio de crisis sanitarias y/o emergencias es gratificante. Además, le da al médico la oportunidad de salvar vidas aportando sus conocimientos.
Aprendes cosas nuevas
Al ser un médico voluntario se pueden aprender muchas cosas nuevas del sistema de salud que van más allá de la sala de operaciones.
En el aspecto clínico puedes aprender todo sobre la logística para organizar las operaciones, cómo administrar una clínica, el papeleo y la formación de equipos con el personal de atención.
Por otra parte, también podrás ver como el desarrollo interno dentro del centro de salud donde prestas de voluntario. Tendrás acceso a la cocina o área de nutrición, así como también al área de hotelería clínica, lavanderías, laboratorios, farmacia y hasta almacenes donde se encuentren los insumos.
Por último…
Claro, no todo es color rosa. Como médico hay muchos obstáculos que se tienen que atravesar. Es posible encontrarte con pacientes con recursos ilimitados que no tienen acceso a los tratamientos y no podrás siempre ayudar.
Hay tantos factores sociales y culturales, como la falta de insumos, las barreras del idioma (si haces voluntariado en otros países), los bajos ingresos o los problemas familiares, que afectan la salud de un paciente. Esto puede ser muy difícil de ver cuándo se quiere ayudar, pero es parte del proceso.
Ser voluntario médico es una experiencia que debe ser vivida para poder ver las huellas que deja en el corazón.
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