En el tratamiento de una afección en el cuerpo se usa un antibiótico. La toma de antibióticos, además de la cura de algunas enfermedades, debilita y hace a la persona más proclive a desarrollar otras. Todo cuesta algo, lo mismo sucede con los antibióticos tratan un problema, pero crean otros.
El cuerpo humano tiene en total 30 billones de células aproximadamente, dentro de los intestinos está el microbiota, reconocida también como flora intestinal; presentes en la piel, boca, membranas corporales, existen alrededor de 100 billones de bacterias, es decir, hay 3 bacterias por cada célula. Cuando una persona usa antibióticos, que tienen como función matar bacterias patogénicas; pero la mayoría de las bacterias no son patogénicas, y se mueren gran parte de las bacterias benéficas para el cuerpo. Por ejemplo, las bacterias del intestino grueso producen acido butírico olor característico de la mantequilla, es una sustancia antinflamatoria que permite aumentar el metabolismo en un 20 por ciento, ayuda al funcionamiento correcto del cerebro y del sistema nervioso, quita el dolor, ayuda a dormir bien, quita el Alzheimer, da estado emocional saludable.
Se sabe que el 70 por ciento o más de todos los antibióticos que se consumen en el planeta, son antibióticos que se le están dando a los animales, al ganado vacuno, a las gallinas y demás y lo estamos consumiendo a través de la carne. Los antibióticos no afectan a los virus, sino a las bacterias produciendo estragos en el microbiota, que trata de recuperarse; para que esto se dé, debe dársele al cuerpo bacterias buenas como acidiphillus bulgaricus, o bifidus, que son bacterias lácticas que ayudan a regenerar en el intestino lo que el antibiótico destruyó, por eso es necesario reemplazar para que no se favorezca el crecimiento de bacterias patógenas.[1]
Los antibióticos son necesarios, pero son casi comparables como una quimioterapia para el cuerpo. La mayoría de estos fármacos tienen efectos sobre el sistema inmune específico y sobre la activación del complemento, entre los que se incluyen: la alteración de la fagocitosis, quimiotaxis, liberación de endotoxinas, producción de citocinas, recuperación hematopoyética tras inmunosupresión y la inducción o inhibición de la apoptosis.
Sus efectos adversos incluyen todos los comunes para las quinolonas tales como desordenes gastrointestinales, reacciones de hipersensibilidad, tendinitis, fotosensibilidad y prolongación del intervalo. También se ha visto que causa reacciones adversas en relación al SNC como jaquecas (6%), mareos (3%) y eventos menos comunes incluyen confusión, insomnio y raramente psicosis.[2]
En Colombia es común que sus habitantes consigan antibióticos sin que medie una prescripción médica, debido a la carencia de leyes reguladoras que permiten su venta libre. Además, la automedicación y la carencia de mecanismos de inspección, vigilancia y control constituyen un serio problema que facilita la aparición de resistencias.
Tomar antibióticos cuando no son necesarios, puede producir resistencia a los mismos. Esto ocurre cuando las bacterias resisten los efectos de un antibiótico, lo que significa que las infecciones serán más difíciles de tratar en el futuro. Por estas y otras razones, es importante usar antibióticos solamente en situaciones en las que realmente sean necesarios.
[1] (Suarez, 2016)
[2] (RAMÍREZ, 2011)
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