Con la llegada del SARS-CoV-2, el mundo ha tenido que adaptarse a una “nueva normalidad” en la cual se ha impuesto como norma el uso obligatorio de tapabocas en espacios públicos, la constante higiene de manos y el distanciamiento social voluntario, debido a la virulencia del virus y los mecanismos de contagio.
Aunque, buena parte de la población se ha adaptado a estas medidas con relativa facilidad, algunas personas consideran estas medidas insuficientes. Con lo que se ha disparado una ola de fobias, que tendrá repercusiones a largo plazo.
A principios de la pandemia por Covid-19, el aislamiento forzoso provocó en la mayoría de nosotros shock, ansiedad, exceso de alerta, preocupaciones respecto a la estabilidad económica y el estado de salud personal y de seres queridos, irritabilidad, depresión y una profunda sensación de irrealidad; que nos acompañó durante varios meses.
Estos efectos en la salud mental fueron superados por personas con mayor capacidad de adaptación. Pero en muchas personas, el miedo al contagio desencadenó patologías que en otras circunstancias serían poco comunes, entre las que destacan la agorafobia, hafefobia, trastornos obsesivos compulsivos y fobia social.
Agorafobia
El miedo patológico a permanecer en lugares abiertos, es una de las fobias más comunes que ha surgido en muchas personas como consecuencia de la pandemia. Por lo general, se asocia a la aparición de ataques de pánico, cuando la persona debe permanecer en un espacio público.
A pesar de que el confinamiento nos ha obligado a mantenernos más tiempo en nuestros hogares, muchas personas eligen no salir a lugares públicos en los lapsos permitidos por pánico a contagiarse.
Hafefobia
El miedo irracional al contacto físico, se ha convertido en una de las fobias más comunes en los niños; quienes han interiorizado que el contacto físico es una conducta negativa, dadas las estrictas restricciones impuestas por las autoridades sanitarias para prevenir los contagios.
A medida que cesan las restricciones, muchos adultos logran regresar a la normalidad, pero en los niños es más difícil desaprender estas conductas. Aún cuando en la edad escolar necesitan más contacto físico para cimentar las habilidades sociales que los acompañarán en la vida adulta.
Fobia social
La hafefobia va muy de la mano con la fobia social, que según la American Psychiatric Association se define como el temor acusado y persistente por actuaciones en público en situaciones sociales. Como consecuencia, se desencadenan episodios de ansiedad, estrés y malestar, que suelen afrontarse con la evitación como mecanismo de defensa.
Durante el confinamiento, el temor a los contagios, la adaptación de las dinámicas laborales y el acceso a internet, han favorecido al desarrollo y agudización de este trastorno, especialmente en los jóvenes que no consideran la interacción social como algo necesario
Trastorno obsesivo compulsivo
Así mismo, la paranoia colectiva que desató la pandemia generó en muchas personas pensamientos obsesivos respecto al contagio. Los cuales lógicamente derivan en conductas compulsivas como: búsquedas compulsivas en internet, rituales extremos de higienización de manos, ropa y espacios, compras compulsivas de comida, automedicación, etc.
Esta y otras fobias, puede que se instauran en el mundo post-pandemia de forma definitiva, pero con terapia y apoyo familiar, es posible superarlas para retornar a la normalidad.
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