Muchos pasajes de la historia mexicana han sido memorables y otros, sin duda, vergonzosos, pero a donde quiera que se vea se encuentra la mano de los médicos, por ejemplo en los campos científico, sanitario, educativo y político, entre otros.

Regularmente, la presencia de los galenos se asocia con el Establecimiento de las Ciencias Médicas fundado en 1833, pero también hubo facultativos que, enfocados en la vida política del México independiente ocuparon importantes cargos, desde regidurías, diputaciones, pasando por la vicepresidencia y la presidencia del país.

En el artículo “Médicos políticos en la etapa independiente de México” del Boletín mexicano de historia y filosofía de la medicina de 2008 (Vol. 11), la Mtra. en Ciencias de la Comunicación, Martha Celis de la Cruz, menciona que, después de la Revolución de Independencia, en las décadas de 1820 y 1830, aparecieron en la actividad política los nombres de cuatro médicos prominentes mencionados en la prensa de su tiempo: Valentín Gómez Farías (Jalisco), Pedro Taméz (Guanajuato), Anastasio Bustamante (Michoacán)y Juan Manuel González Ureña (Michoacán), lo que indica la preocupación de los facultativos por defender sus respectivas regiones desde distintos frentes ideológicos.

La mayoría de los galenos prominentes del Mexico Independiente fueron los primeros catedráticos en el Establecimiento de Ciencias Médicas, pero también se dedicaron a luchar por un sistema político entre la concepción de una república federal o centralista.

Un caso emblemático del papel de los médicos políticos mexicanos lo constituye un galeno que fue presidente del país en cinco ocasiones:

• 01 de abril al 15 de mayo de 1833 (primer periodo).
• 02 al 17 de junio de 1833 (segundo periodo).
• 06 de julio al 27 de octubre de 1833 (tercer periodo).
• 05 de diciembre de 1833 al 23 de abril de 1834 (cuarto periodo).
• 24 de diciembre de 1846 al 20 de marzo de 1847 (quinto periodo).

Aunque fueron breves mandatos, es importante señalar que enfrentó diversos conflictos, principalmente con el clero y los centralistas conservadores, a los que se sumó el estallido de la histórica epidemia de cólera morbus en 1833 que mató a millones de personas y que los clérigos usaron como arma política para anunciar que ésta era una medida divina contra el “gobierno impío”.

El principal “pecado” de este médico progresista, Valentín Gómez Farías, fue buscar la supresión de los fueros eclesiásticos, hacer circular la propiedad de la iglesia para generar riqueza en favor de la nación, y  modernizar las propuestas legislativas en beneficio de la educación.

Asimismo, enfrentó conflictos con los colonos anglosajones derivados de la promulgación de la Constitución Centralista (Las siete leyes de 1835), y a un Antonio López de Santa Anna quien, apoyado por los conservadores, volvió a tener el puesto de Presidente.

El regreso de Santa Anna obligó a Gómez Farías a exiliarse en EE. UU., pero durante la invasión estadounidense regresó para retomar la vicepresidencia, en 1846.

Al restaurarse la Constitución de 1824 el país volvió a tener un sistema federalista; Santa Anna pidió licencia para ir a dirigir las tropas de guerra y fue entonces que Valentín Gómez Farías volvió a tomar su puesto de Presidente, momento que aprovechó para tratar de financiar la guerra con dinero de la iglesia, sin embargo, eso le valió que varias personas se unieran para iniciar un conflicto bélico llamado “Rebelión de los Polkos”, motivo por el que Santa Anna regresó para retomar la dirección de la nación y destituir a Gómez Farías.

No obstante, en 1855 ocupó el puesto de presidente de la Junta de Representantes del Plan de Ayala y derrocó al régimen que había instaurado Santa Anna.

En 1856 fue diputado de Jalisco y posteriormente presidente del Congreso que dio luz a la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857.

Valentín Gómez Farías murió el 5 de julio de 1858 por una afección cardiaca, dejando profunda huella en la Historia de México.

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