En Europa y Estados Unidos las ferias de fenómenos cobraron gran popularidad a principios del siglo pasado, pero en la ciudad de Nueva York una de ellas, la llamada Luna Park de Coney Island, tenía una exhibición semipermanente por demás particular, pues se exhiban en urnas de cristal a bebés prematuros vivos a un costo de 25 centavos la entrada.
Este peculiar “negocio” nació en la década de 1930 y se extinguió 40 años después, sin embargo, quizás su éxito radicó en que constituía la única opción para salvar la vida de estos pequeños cuando los hospitales los desahuciaban.
El médico detrás de esta extraña historia fue el neonatólogo Martin Couney, quien ofrecía a los desesperados padres un cuidado gratuito gracias al dinero de la exposición.
Aunque muchos lo tachaban de mero empresario, lo que el médico ofrecía era un cuidado tecnológico que ningún hospital de principios del siglo XX brindaba, pues él se había preparado en teoría de las incubadoras cerradas en Alemania y Francia, no obstante, sus ideas no encajaban con las de los nosocomios.
Auxiliado por médicos y enfermeras que tomaban turnos, el médico Martin Couney ayudó a mantener vivos a 7 mil 500 neonatos de los 8 mil 500 que pasaron por su exhibición de incubadoras entre 1903 y 1943.
Este aparato se creó en 1880 pero su desarrollo en las siguientes cinco décadas fue muy lento en términos tecnológicos, aunque con mayor carga por la perspectiva de la responsabilidad en el cuidado de los prematuros, la cual recaía sobre las madres, hasta que finalmente pasó a los obstetras y luego a los pediatras.
El doctor Martin Couney falleció en 1950, poco tiempo después de que el uso de las incubadoras se volviera común en los hospitales.
Imagen: neonatology.org