El doctor Norberto Treviño Zapata escribió un libro sobre el movimiento médico de 1964- 1965. Ahí expuso los problemas y repercusiones que sufrió el gremio médico por enfrentar al presidente Díaz Ordaz. Una de sus conclusiones fue que la represión fue tan intensa que desde entonces hemos tenido problemas para organizarnos y reclamar nuestro lugar en la vida pública de nuestro país. El médico menciona algunas palabras que pueden resultar valiosos en nuestros días:
“Para aniquilar al movimiento médico fue más eficaz la permanente situación conflictiva interna entre nosotros mismos, las discrepancias de opinión y desconfianzas; la imprudencia e intransigencia, contra la que muchos combatimos. La defensa contra las fuerzas y obstáculos de afuera, hubieran podido afrontarse su hubiéramos actuado como un cuerpo racional solidario.”
La pandemia despertó al gremio médico. El coronavirus dejó, a la vista de todos, que el sistema de salud no sólo había sido saqueado, también que los trabajadores eran víctimas de violencia y abusos. Comenzaron las muertes y, a pesar de que todas son lamentables, nos queda la duda de si algunas se pudieron prevenir. ¿Cuántas muertes se debieron a las carencias y abusos que toleramos por años?
El personal de salud está interesado en un cambio y nuestros muertos nos obligan a tomar cartas en el asunto. No podemos tolerar que después de tanto sufrimiento las cosas continúen igual.
Algunos piensan que porque nuestras marchas y manifestaciones no son muy numerosas tenemos que renunciar a ellas. Yo pienso que son pequeñas —aunque cada vez serán mayores—, porque no acareamos gente, porque no regalamos dinero o tortas para que se vean grandes. Si en algún momento vemos a 20 enfermeras o 10 doctoras en la calle es porque eligieron estar ahí y decidieron perder el miedo. A veces no se trata de hacer la manifestación más grande, simplemente se trata de perder el miedo y darnos cuenta de que la calle es nuestra.
Las tragedias como la que le ocurrió a la doctora Mariana no son nuevas, pero el gremio médico ya no quiere permanecer callado. Hemos vivido el caso del doctor Grajales Yuca, la doctora Calvillo, el interno de pregrado Jorge Alejandro López y ahora de la doctora Mariana Sánchez. En todos esos casos el gremio médico se ha mantenido unido y hemos logrado algunos resultados positivos.
Yo veo a un gremio médico vivo. Cada semana tengo el enorme gusto de conocer nuevos compañeros que me escriben para contarme de sus experiencias y como en los diferentes estados la gente se está organizando. Como el personal habla de los problemas, los analiza, se preocupan, detectan quienes son los directivos que los apoyan y los que los maltratan. Me entero de médicos despedidos, algunos humillados, otros que promueven amparos y unos que simplemente están hartos y quieren el cambio.
El COVID nos obligó a ver la realidad, es nuestra responsabilidad como trabajadores de la salud reconstruir el sistema de salud y terminar con los males que lo llevaron a un estado tan lamentable. Si queremos hacer eso debemos de escuchar las palabras del doctor Treviño. No siempre estaremos de acuerdo, pero debemos de cambiar la descalificación por el diálogo; tenemos que confiar más en los otros trabajadores de la salud y menos en los políticos. Este problema no inició con el sexenio, lo venimos arrastrando hace mucho y la solución no la van a dar los nuevos gobernantes, tiene que salir de las bases, de la gente que ha perdido colegas y amigos en la pandemia y conocen a los huérfanos, a las viudas y las familias destruidas.
El gremio médico está despertando de muchos años de permanecer letárgico, pero debemos de ver al pasado para no volver a cometer los mismos errores.
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