Es claro, que el año 2020 nos mostró que frente a temas de salud pueden aparecer un cumulo de situaciones inesperadas que ponen en jaque la seguridad física y mental de la población. Además, se percibe, que el estudiante de medicina, juega un papel importante en una contingencia de este tipo, de acuerdo al nivel de preparación que tenga.
Sobre todo, porque, aunque en muchas ocasiones no pueda realizar intervenciones de gran envergadura, es considerado como una reserva profesional. Ya que, desde el inicio de su carrera, es consciente que debe buscar mecanismos y aplicar conocimientos en pro de velar por el bienestar de la comunidad.
Es así, como sin importar la categoría educativa en que se encuentre, se ha demostrado que frente a una emergencia, pandemia o calamidad; donde la salud y la vida está en peligro; el estudiante de medicina participa de una manera activa. Porque a pesar de la incertidumbre y el temor al contagio, su visión está enfocada en la responsabilidad con el paciente, sacando a flote el profesionalismo y el alto compromiso social.
El estudiante de medicina formado para la vida
De hecho, la pandemia; que vive el mundo actualmente gracias al virus Sars-Cov-2; ha obligado a cambiar los métodos de estudio y adaptar modelos flexibles en la formación teórica clínica del personal de la salud. Fortaleciendo los grupos investigativos y las prácticas en los laboratorios, para desarrollar soluciones sostenibles en el tiempo, con miras a otra posible eventualidad.
Asimismo, ante la emergencia, se ha tenido que hacer una pequeña parada técnica para capacitar el estudiante de medicina en temas de administración, sanidad, cuidado personal y manejo de equipos. Permitiendo que participen en procesos, que incluyen, atención telefónica al paciente, gestión documental, elaboración de pruebas rápidas de laboratorio y desmentir información falsa.
Igualmente, el estudiante de medicina puede participar en los programas sociales; enfocados en abarcar medidas preventivas, bienestar físico y mental, nutrición y apoyo emocional; tan útiles en momentos de aislamiento, vulnerabilidad y soledad. Además, pueden implementar un plan de acción para reemplazar los turnos de guardia de sus compañeros o cuidar los hijos del personal de salud.
Sin embargo, los estudiantes de niveles más avanzados; que han pasado por la experiencia clínica; se convierten en el soporte profesional de los más expertos. A la vez, que participan más activamente en múltiples procesos, incluyendo el manejo de quipos de mayor riesgo. De la misma forma, que llegan a realizar pruebas diagnósticas y acompañar los procedimientos de los pacientes.
Asumiendo grandes retos
Podemos ver, que cuando se presenta una emergencia, contar con buenos recursos es una verdadera fortuna. De ahí, que una participación ordenada por parte del estudiante de medicina en situaciones de calamidad pública sea de gran apoyo para la planta de sanidad de una institución de salud. Por tanto, la continuidad de los procesos de aprendizaje y cumplir con el propósito formativo social, debe ser claro en el ámbito educativo.
De esta manera, notamos que la pandemia ha ayudado en la formación del estudiante de medicina. Ya que, cuando sucedan situaciones en las cuales los aprendices deben dejar las aulas para apoyar a sus colegas en pro de velar por la salud de los demás, aportaran un rol multifacético, que favorece no solo su desempeño profesional, sino también su satisfacción personal.