La adolescencia es un período complejo caracterizado por una transformación en muchos aspectos de toda persona. Durante esta etapa, los jóvenes experimentan grandes posibilidades de avance debido al desarrollo cerebral y corporal. Sin embargo, esta fase también está marcada por incertidumbre y angustia, especialmente por los cambios físicos.
Al respecto, la psiquiatra y psicoterapeuta Ana Isabel Sanz afirma que la preocupación por estos cambios puede dar lugar a trastornos en la salud mental de los adolescentes.
Tanto chicas como chicos enfrentan unos cambios corporales que por un lado les seducen y por otro les desconciertan, señala como punto de partida la doctora, fundadora del Instituto Psiquiátrico Ipsias y directora del departamento de Psiquiatría del Centro de Rehabilitación Dionisia Plaza de Madrid, dedicado a la atención integral a las necesidades psíquicas y psicopedagógicas en la infancia.
La doctora Sanz explica que las sensaciones frente a los cambios físicos a menudo se convierten en una fuente de ansiedad tan intensa que puede absorber todo el interés y tiempo de los adolescentes, hasta convertirse en una obsesión enfermiza. Este fenómeno adopta diversas caras, como la anorexia, la vigorexia y el trastorno dismórfico corporal.
“La estética puede convertirse en un laberinto en el universo adolescente”
Al impacto natural se suma la fuerte presión publicitaria, ahora canalizada principalmente a través de las redes sociales y sus nuevas estrellas, los influencers. Todo unido, “puede convertirse en una tela de araña muy peligrosa. Pues esta presión puede marcar definitivamente la personalidad y el comportamiento de estos jóvenes, llevándolos a un desequilibrio psíquico, que puede empujarlos compulsivamente al abuso de productos cosméticos o incluso a intervenciones estéticas más o menos agresivas en busca de una meta inalcanzable de perfección y eterna juventud”.
Esta búsqueda de perfección puede ser extraordinariamente dañina para los jóvenes que terminan en una permanente falta de conformidad consigo mismos. Empiezan los trastornos cuando estos adolescentes focalizan su seguridad y estima personal en su aspecto físico y cómo creen que este es percibido y juzgado por el entorno.
Para evitar esa falta de autoestima y sus efectos más dañinos, la doctora Sanz señala que los papás en casa deben interesarse por las preocupaciones de sus hijos acerca de su aspecto, escuchándolos con atención y no descalificando su interés temprano por aspectos físicos como las arrugas, la grasa o el acné. “Les parezcan justificadas o no, si tales cuestiones tienen importancia en el día a día de los jóvenes, los padres al darles atención pueden descubrir aspectos muy relevantes del desarrollo de la personalidad en esa etapa adolescente, que se suelen pasar por alto y después traen consecuencias relacionadas con la autoestima en la vida adulta”.
En este sentido, añade la psiquiatra que “tras conocer en profundidad la vivencia de esos adolescentes, los padres podrán sintonizar sin falsos consuelos con la situación real que atraviesan sus hijos y tratar de proporcionarles información que realmente les sirva. Por ejemplo, ciertos cosméticos antiedad que quieren empezar a usar tienen unas indicaciones muy precisas y que no sirven para cualquier problema cutáneo. Sobre todo, que no busquen “soluciones” a lo que consideran problemas en secreto. Es importante transmitirles que cuentan con el apoyo de sus mayores”.
Es un error minimizar o negar la importancia de lo que preocupa a los jóvenes
En el trato con los hijos adolescentes, no debe olvidarse que ciertas preocupaciones son procesos habituales y pasajeros de esta etapa, y que no por ello dejan de ser importantes. “Aunque parezca desproporcionado que una adolescente se preocupa por verse joven y quiera empezar a cuidar su piel con tratamientos antiedad, por ejemplo, es un error minimizar o incluso negar su interés por la estética. Por el contrario, lo que más les ayuda es escucharles y aconsejarles para que empiecen a cuidarse si lo desean con cosméticos adecuados para su edad, que no les perjudiquen”, explica la doctora Sanz.
Se trata de que los adultos eviten comentarios descalificadores de fenómenos que molestan y acomplejan al adolescente. Es más útil guiar para que tales problemas sean de verdad pasajeros y no marquen su vida adulta.
La psiquiatra y psicoterapeuta Ana Isabel Sanz concluye que “aunque el adolescente tenga momentos en que no reconozca sus particularidades por completo y el valor de su unicidad, el mensaje que debería prevalecer al hablar del cuerpo, las modas y todo lo relacionado con el aspecto físico, es que la diferencia, la originalidad y el sentirse fiel a uno mismo son valores que la sociedad reconoce y admira”.
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