El primero de mayo, un grupo de personas que se encontraban afuera de un hospital de Ecatepec inconformes por la información que se les dio sobre la condición de sus pacientes, decidió entrar al hospital de las Américas en medio de gritos, empujones y golpes. La acción quedó grabada y se hizo noticia nacional.
Muchos nos indignamos por lo ocurrido. Algunos empezaron a hablar de ignorancia como la causa de la agresión. ¿Sería ignorancia? Desde mi punto de vista el problema no es de ignorancia. Debemos de recordar que la ignorancia es una necesidad para la existencia de la relación médico-paciente. No se acude al médico sabiendo exactamente lo que le sucede.
Kenneth Arrow (premio nobel 1972) nos advertía que la medicina es un mercado imperfecto, en parte porque la información es completamente asimétrica, es decir, el proveedor tiene toda la información y el usuario es ignorante y está en un estado de urgencia que no le permite recabar información. La ignorancia está presente en todas las salas de espera del mundo, lo que pasó en Ecatepec fue algo diferente, más grave.
En México tenemos un sistema de salud en crisis desde hace muchos años, pero esto era
tan evidente antes de la pandemia que dejó de ser noticia. Todos sabíamos de las largas esperas, de los pocos médicos, de la falta de material, pero no nos preocupaba demasiado. El sistema estaba saturado desde antes de que empezara la pandemia, tampoco había ventiladores suficientes, pero toda esa información nos parecía cotidiana.
La pandemia llevó las cosas al límite, la tensión llegó a un punto y el sistema se rompió.
Por un momento en Ecatepec no hubo instituciones y sólo existió la voluntad. Los familiares
entraron al hospital y encontraron a sus muertos y reinó el pánico. No fue la ignorancia. Fue la falta de insumos, de doctoras, de enfermeras, camas y ventiladores. Todas las carencias que lleva nuestro sistema padeciendo por años. La pandemia aumentó cada una de estas carencias y el sistema reventó.
En Ecatepec fuimos testigos de que pasa cuando las instituciones desaparecen, cuando se pierde la credibilidad en la autoridad y el pueblo toma las cosas en sus propias manos.
El 2020 en México comenzó como el año de la violencia de género. El 08 y 09 de marzo las
mujeres nos dieron una lección en organización y dignidad. El país entero estaba con ellas e incluso los partidos políticos se peleaban por ver quien era el más feminista.
Vino la pandemia y ahora vemos la violencia en el campo médico (que en muchas ocasiones es también violencia de género) y como nuestro sistema de salud colapsa. El resto del año parece que transcurrirá mientras superamos la fase crítica de la pandemia y hacemos un análisis de nuestras actuaciones.
Mi esperanza es que los sanitarios se acerquen a las feministas y les pidan ayuda y consejo para organizarse, defenderse y luchar. La revolución no va a ser feminista o sanitaria, deben de ir las dos juntas, el cambio debe de ser de todos.