La diabetes es una enfermedad crónica y silenciosa que cada vez es más común aunque se puede prevenir. Tan sólo en el continente americano afecta a más de 62 millones de personas, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Aunque lo más grave es que casi la mitad de los pacientes (44.7%) no han sido diagnosticados.
Según cifras de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2022, en la actualidad hay 12 millones 400 mil personas que viven con diabetes en México. Asimismo, fue la tercera causa de muerte en el país con 142 mil 546 defunciones en 2022. Además se estima que cerca del 30% de las personas con el padecimiento desconocen su condición.
¿Cuántos tipos de diabetes existen?
- Diabetes tipo 1
- Diabetes tipo 2
- Diabetes gestacional
Los primeros dos tipos son los más comunes y para ambos es fundamental el seguimiento mediante pruebas de laboratorio. Por ejemplo, la prueba de hemoglobina glicosilada indica el nivel de glucosa en la sangre de los últimos tres meses, lo cual es fundamental, no sólo para el control de la diabetes existente sino también para identificar casos de prediabetes en pacientes que aún desconocen el diagnóstico.
La realización de exámenes periódicos de rutina se convierte en una acción fundamental, especialmente en personas que tienen factores de riesgo. Aunque la enfermedad es conocida, el subdiagnóstico sigue siendo un problema de salud pública.
¿La diabetes se puede prevenir?
La respuesta inmediata es sí aunque sólo la diabetes tipo 2 que es la más numerosa. Tan sólo es necesario adoptar un estilo de vida saludable desde la infancia y se debe mantener a lo largo de la etapa adulta.
El seguimiento de consejos básicos como tener una alimentación equilibrada y en porciones adecuadas, además de realizar actividades físicas con frecuencia es suficiente para disminuir riesgos. Además de ayudar a prevenir la diabetes también es la clave para reducir la probabilidad de otra gran cantidad de enfermedades.
La diabetes tipo 1 es una enfermedad aguda y autoinmune que se manifiesta principalmente a través de síntomas típicos como la pérdida de peso, la sed excesiva, la necesidad de orinar con frecuencia y el cansancio. Por sus características, no se puede evitar. Cuando se diagnostica, comúnmente en niños y adolescentes, el paciente suele haber perdido entre el 80% y el 90% de la función del páncreas.
Por otro lado, la diabetes tipo 2, es más frecuente en adultos, sobre todo a partir de los 40 a 45 años. Las personas con obesidad tienen un mayor riesgo debido al aumento de la resistencia a la insulina.
Cuando se diagnostica a tiempo, la prediabetes se puede revertir
El Dr. Fernando Valente, quien es profesor de Endocrinología en el Centro Médico ABC, explica que la prediabetes es una forma intermedia entre el patrón normal de glucosa en la sangre y la diabetes.
Esta es una situación de alerta porque el riesgo de desarrollar diabetes es alto, además de aumentar el riesgo cardiovascular. La afección puede ir acompañada de otros cambios metabólicos, como triglicéridos altos, hígado graso y colesterol alto, así como otras comorbilidades asociadas con el aumento de peso, como la presión arterial alta.
Según el experto, aunque la prediabetes no es completamente inocua pero tampoco es una situación que presente la misma gravedad que la diabetes ya diagnosticada.
El diagnóstico tardío puede dar lugar a complicaciones crónicas
La glucosa agudamente alta es extremadamente peligrosa y puede provocar numerosas complicaciones, mismas que van desde la ceguera hasta el coma diabético.
Entre las complicaciones más graves se encuentra la cetoacidosis diabética, que afecta principalmente a pacientes con diabetes tipo 1. Ocurre cuando la persona no produce insulina y no realiza el tratamiento correctamente. En este caso, la sangre se vuelve más ácida, y esto puede generar una serie de complicaciones, que pueden llevar a la muerte.
Además, otras posibles complicaciones son la retinopatía diabética, que puede llevar a la ceguera, el desarrollo de enfermedad renal crónica y posteriormente la insuficiencia renal, lo que lleva al paciente a la necesidad de un trasplante.
También destaca la neuropatía diabética, que conduce a un deterioro de los nervios y puede resultar en un mayor riesgo de amputación.
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