Sobra decir que una buena parte de los organismos unicelulares son peligrosos generadores de enfermedades que afectan al ser humano, y muchos de ellos han logrado crear una resistencia a los antibióticos, obligando a los científicos a buscar alternativas terapéuticas cada vez más arriegadas y poco comunes.
Con dicha idea en mente es que actualmente existe la propuesta de utilizar devoradores de bacterias como controladores biológicos. En México, científicos del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), se encuentran realizando estudios a cinco bacteriófagos que han identificado con alto potencial. Las características que buscan son que actúen sobre las bacterias patógenas de interés y que no contengan ningún elemento de riesgo para la salud del consumidor.
Estamos buscando virus para el control biológico, por lo que estamos tras aquellos que no acarreen genes de toxinas. Por ejemplo, Shigella es una bacteria con toxinas muy potentes que causan padecimientos en el humano que la consume, estas toxinas han sido acarreadas por virus de bacteria en bacteria, porque hay virus que tienen la característica de entrar a una bacteria y permanecen en las células, por lo tanto esos virus no son candidatos ideales; los que buscamos son aquellos que entren a la bacteria y que la maten”, detalla la doctora Nohelia Castro, adscrita a la unidad Culiacán y responsable de esta línea de investigación.
Gracias a la minuciosa selección de virus que han realizado, se cuenta con un cepario de 40 virus, mismos que serán estudiados para saber si son los candidatos idóneos para utilizarse como control biológico. El grupo del CIAD que desarrolla esta investigación trabaja con las bacterias E. coli O157:H7, de manera general E. coli productoras de toxina Shiga (STEC); con Salmonella, particularmente con alrededor de 50 serotipos que se encuentran en alimentos y en el ambiente; Listeria monocytogenes, presentes en productos lácteos y con Staphylococcus aureus y Campylobacter considerados patógenos emergentes.
Las investigaciones alrededor de los bacteriófagos han demostrado que son virus altamente especializados que únicamente reconocen bacterias y han evolucionado de tal forma que su acción es específica para una bacteria en particular, lo que representa una oportunidad para contrarrestar los efectos de la multirresistencia antimicrobiana que han desarrollado.