La detección temprana de los trastornos del neurodesarrollo (TND) es fundamental para mejorar el pronóstico y la calidad de vida de los niños afectados. Los trastornos como el autismo, el retraso en el desarrollo del lenguaje, el TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), y las discapacidades intelectuales son condiciones que, si se identifican a una edad temprana, pueden beneficiarse de intervenciones terapéuticas que optimizan las capacidades cognitivas, sociales y emocionales de los niños.
El monitoreo del desarrollo comienza a los 9 meses
Las pautas actuales recomiendan que todos los niños sean evaluados regularmente durante sus primeros años de vida. La American Academy of Pediatrics (AAP) establece que el diagnóstico temprano es clave para una intervención efectiva. El monitoreo del desarrollo debe comenzar a los 9 meses, con evaluaciones adicionales a los 18 y 24 meses. Si bien los signos de algunos trastornos pueden ser evidentes antes, estos controles rutinarios permiten identificar alteraciones que quizás no son tan obvias para los padres o cuidadores.
Las herramientas clínicas más utilizadas para la detección temprana incluyen entrevistas estructuradas y cuestionarios que pueden ser completados por los padres, además de observaciones directas del comportamiento infantil. Herramientas como la Escala de Desarrollo de Denver y la M-CHAT (Modified Checklist for Autism in Toddlers) permiten identificar posibles retrasos en el desarrollo motor, del lenguaje y social. Estas herramientas son eficaces en el rastreo de signos tempranos de trastornos del espectro autista y otros retrasos en el desarrollo.
Los niños con trastornos del neurodesarrollo necesitarán, en algunos casos, derivación a especialistas
Además, el uso de entrevistas clínicas como el Diagnóstico y Evaluación del Comportamiento Infantil o escalas de evaluación para el TDAH, proporcionan un enfoque más profundo para identificar niños que pueden necesitar evaluación adicional. En algunos casos, las derivaciones a especialistas como neurólogos, psicólogos infantiles o terapeutas ocupacionales son necesarias para realizar evaluaciones más exhaustivas.
La clave para un manejo exitoso es la intervención temprana, lo que permite a los niños acceder a terapias que favorecen su desarrollo cognitivo, social y emocional. Los avances en la detección temprana y las herramientas clínicas continúan mejorando, ofreciendo un futuro más prometedor para los niños con trastornos del neurodesarrollo.L