Gracias a que hay una mayor sensibilización ante los problemas de salud mental, se detectan con más precisión los casos de depresión.
El 13 de enero se conmemora el Día Mundial de concienciación sobre la Depresión, en un momento en que las condiciones psicosociales de la sociedad son complejas y vivimos un aumento de trastornos afectivos.
Hablamos con la psiquiatra Ana Isabel Sanz, fundadora del Instituto Psiquiátrico Ipsias, para aclarar qué síntomas indican un diagnóstico de depresión y en qué casos tendemos a confundirla e incluso a etiquetar de depresión lo que es una emoción como la tristeza, necesaria pero de la que huimos.
La depresión afecta a las emociones, los pensamientos, la conducta y el funcionamiento corporal
La depresión “implica una alteración cualitativa en la falta de relación con la naturaleza de los acontecimientos y en la falta de respuesta concordante a estímulos positivos. Y también una alteración cuantitativa en la intensidad y persistencia de la tristeza o de la irritabilidad”, explica la doctora.
Se trata de un estado de ánimo patológico, que implica un funcionamiento anómalo de ciertas áreas cerebrales y de diversas sustancias que las regulan (neurotransmisores, hormonas, moléculas que intervienen también en la inflamación…). De esta forma la depresión afecta tanto a las emociones como los pensamientos, la conducta y el funcionamiento corporal, en particular los ritmos circadianos, el apetito o el nivel de energía.
Signos que indican un diagnóstico claro de depresión
La doctora Sanz aclara que no siempre es fácil detectar síntomas inequívocos para el diagnóstico de la depresión. Explica los que no dejan lugar a dudas a la hora de diagnosticar una depresión clínica:
“Las manifestaciones en los casos más claros son la alteración mantenida del estado de ánimo durante un período de tiempo no inferior a dos semanas. Dicha alteración del ánimo consiste bien en tristeza desproporcionada como reacción ante un hecho adverso o irritabilidad sin motivo claro”.
Asociado a estos estados de ánimo se vincula “la disminución de la capacidad de disfrutar de las cosas y de relacionarse con otras personas. También la alteración del funcionamiento mental, con disminución de la atención y de la capacidad de concentrarse o incluso de pensar con claridad”.
Cuando esto sucede, los pensamientos tienden a una visión pesimista o incluso catastrófica del presente y del futuro.
También afecta a la calidad del sueño, en unos casos en forma de insomnio y en otros (los menos) como sueño excesivo, al apetito, disminuyendo o aumentándolo de forma desproporcionada, a la pérdida de vitalidad, la fatigabilidad excesiva y la dificultad para iniciar cualquier actividad.
Principales síntomas según el nivel de gravedad de la depresión
La psiquiatra indica que en los casos más difíciles de diagnosticar, los síntomas de la depresión se focalizan exclusivamente en el cuerpo. La depresión en estos casos se oculta tras síntomas diversos que a menudo los pacientes no relacionan con un problema de salud mental.
“Son síntomas en el cuerpo como dolores, molestias gástricas o en otros órganos, que suelen motivar múltiples consultas a diferentes especialistas antes de llegar a solicitar una valoración especializada en trastornos del estado anímico”.
Existen diferentes niveles de gravedad dentro de un diagnóstico de depresión, la doctora sintetiza cuáles son los principales síntomas en los casos más graves.
La depresión puede ir “desde una distimia (sintomatología depresiva poco intensa pero mantenida de forma mantenida en el tiempo) a episodios leves, moderados o graves. La existencia de ideación suicida, de ideas delirantes (es decir, que no se ajustan a la realidad) o de una intensa inhibición de la conducta o el extremo contrario, la agitación desmedida, son los principales elementos para valorar los casos más severos.
También puede suceder que creamos estar ante un caso de depresión cuando hay intolerancia a la tristeza, dificultad de afrontar frustraciones o temor a los duelos ante pérdidas significativas.
En estos casos, “sobre todo en personas con caracteres difíciles, las personas pueden suponer erróneamente que tiene una depresión”.
¿Qué es la tristeza y por qué no sabemos aceptarla?
La tristeza se encuentra entre las emociones naturales y sanas que experimentamos todos los seres humanos, principalmente ante pérdidas, desilusiones o vivencias de fracaso.
Igualmente, la tristeza se trata de “una reacción compleja, con componentes que se focalizan en el pensamiento, en el funcionamiento del organismo y en la conducta”.
En este sentido, las reacciones que causa la tristeza pueden ser la concentración en el problema que nos causa esa emoción y la dificultad para fijar la atención en otros asuntos, perturbación del ritmo de sueño, disminución del apetito, modificación de la expresión facial, llanto frecuente, disminución del nivel de actividad o alejamiento de situaciones sociales.
La doctora Sanz afirma que se trata de una reacción sin duda dolorosa, pero “necesaria y útil para afrontar situaciones difíciles, aprender y reflexionar o incluso para mejorar nuestra capacidad de establecer vínculos empáticos con los otros”.
No obstante, nos cuesta aceptarla y es común que muchas personas recurran a decir “estoy deprimida” cuando en realidad solo están tristes. ¿Por qué no aceptamos la tristeza como normal y necesaria?
Según la doctora, no hay duda de que “la sociedad contemporánea tiende a huir de ella, a rechazarla en uno mismo y en los que nos rodean porque el abatimiento nos da miedo, nos produce rechazo al verlo como una muestra de debilidad y como una fuente de dolor, que queremos evitar ante todo”.
Esta actitud de huida es concordante con la búsqueda del placer propia de nuestro tiempo, que “no ayuda a un buen afrontamiento de las inevitables frustraciones vitales ni al desarrollo equilibrado de la personalidad o los afectos hacia los otros”, explica la psiquiatra Ana Isabel Sanz.
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