En diferentes partes del mundo existen niños y adolescentes que han dejado de lado los videojuegos o el balón de futbol para ganar premios en ferias internacionales de ciencias, desarrollar nueva tecnología médica o tomar clases en la universidad con la finalidad de salvar vidas. A continuación te presentamos cuatro jóvenes genios que podrían cambiar el futuro de la medicina con el único fin de mejorar la salud de las personas.
Andrew Almazán Anaya, 19 años, México. A los 16 se convirtió en un psicólogo calificado, sin embargo, aún tiene más cosas que lograr: “Estudié no sólo porque quería aprender más, sino porque quiero que mis conocimientos sean útiles para las personas en un futuro”.
Andrew ha sido parte de un equipo cuyo objetivo es perfeccionar el trasplante de células islote en pacientes con diabetes: “Queremos evitar que las células sean rechazadas por el sistema inmunitario del receptor”. Este joven mexicano además pertenece al Centro de Atención al Talento, una organización que identifica e impulsa a niños superdotados.
Joshua Meier, 20 años, Estados Unidos. Muchos investigadores han empleado su tiempo en el estudio de células madre ya que poseen gran potencial para tratar algunas enfermedades como Parkinson o lesiones de la médula espinal. El gran problema es que estas células tienen una vida muy corta, un factor que impide su uso médico de momento.
Pero este joven desde los 14 años ha trabajado en la identificación de los genes relacionados al proceso de envejecimiento de las células madre. Meier se encuentra estudiando biología y ciencias computacionales en la Universidad de Harvard, pues su meta es que su investigación pueda revertir dicho problema para dar solución a enfermedades como el cáncer.
Adeeb Alblooshi, 12 años, Emiratos Árabes Unidos. Después de un viaje a la playa en el que su padre no pudo nadar debido a que tenía polio y usaba una pierna ortopédica, Alblooshi, quien entonces tenía sólo seis años, desarrolló una prótesis a prueba de agua usando recubrimiento de cera médica, lo cual llamó la atención del gobierno de su país.
Ahora, con la supervisión y financiamiento del gobierno, ha desarrollado cinco inventos más. Uno de los que más llama la atención es un cinturón de seguridad que monitorea la frecuencia de los latidos del corazón y alerta a los médicos cuando la frecuencia es muy baja o demasiado alta.
Sandile Kubheka, 23 años, Sudáfrica. Tiene el honor de haberse convertido en el médico más joven de su país (cuatro años antes de lo esperado). Por sus logros médicos, Kubheka ha recibido una buena cantidad de reconocimientos, principalmente por su ayuda a las comunidades más pobres que cuentan con pocos servicios de salud. Incluso, antes de graduarse, ya participaba en laboratorios de hospitales rurales para perfeccionar sus habilidades.