La Microbiota intestinal, cumple un papel de gran importancia en nuestro sistema digestivo. Porque, sin estos pequeños microorganismos cumpliendo su función de defender la flora intestinal, el crecimiento de bacterias patógenas y las agresiones de microbios dañinos, convertirían nuestro organismo en un caldo de cultivo para muchas enfermedades, que a corto y largo plazo pueden llegar a ser incapacitantes.
Estos minúsculos huéspedes son personalizados en cada individuo, ofreciendo una composición establecida por factores diferenciadores, que se agrupan en endógenos, por la genética y exógenos, por componentes como la edad, la comida que se ingiere, el consumo de tabaco, alcohol o sustancias alucinógenas, los fármacos o el sobrepeso. Esto quiere decir, que la herencia, el envejecimiento y los hábitos de vida, son ponderantes en la microbiota intestinal.
La microbiota intestinal y el envejecimiento
Entre las funciones de la flora intestinal, esta convertir los elementos dañinos en sustancias menos toxicas, ejerciendo una respuesta inmunológica que favorece no solo la digestión, sino el funcionamiento eficiente de todos los órganos, tejidos y células de nuestro cuerpo. De igual manera, ayuda a digerir los alimentos, producir vitaminas, ácidos grasos y biliares, que crean una barrera de protección contra agentes nocivos, que llegan a generar molestias. (Direct, s.f.)
El desequilibrio microbiano o disbiosis intestinal, se puede presentar en cualquier época de la vida del ser humano. Sin embargo, es en la edad adulta donde se encuentra más presente. Debido al cumulo de malos hábitos alimenticios, la ingesta de antibióticos para combatir infecciones y los estados inflamatorios propios del envejecimiento.
Al almacenar años en nuestro cuerpo, la cantidad de bacterias benéficas del intestino disminuyen considerablemente, dándole paso a virus poco deseables, que llegan a favorecer la aparición de ciertas patologías como el asma, las alergias, el hígado graso, la enfermedad celíaca y el síndrome del intestino irritable.
Según estudios desarrollados inicialmente con roedores en laboratorio, la microbiota intestinal está directamente relacionada con la permeabilidad de la barrera sangre-cerebro. Lo que indica, que el poco equilibrio de la flora bacteriana tiene una posible relación con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, a causa de los trastornos metabólicos. (Science Translational Medicine, 2014)
Los seres humanos en general y las personas de avanzada edad en particular, deben buscar la forma de cuidar la microbiota intestinal, para mantener una buena salud. Por tanto, es necesario adaptar hábitos saludables, que incluyan una alimentación consiente. Al tiempo que, se evite la utilización de antibióticos y se incremente el consumo de alimentos funcionales simbióticos, que contengan a la vez Probióticos y prebióticos.
Definitivamente, cuidar los micoorganismos buenos que viven en nuestro intestino, es de vital ayuda para envejecer con salud, vitalidad y bienestar. Debido a que estimula el sistema inmune, ayuda con la absorción de los alimentos, disminuye los estados inflamatorios y contribuye a filtrar todo lo malo que puede entrar a nuestro cuerpo. Y aunque al envejecer, reducen en cantidad y calidad, siempre hay alternativas para repoblar esta colonia y alejar las enfermedades de nuestra vida.