La espina bífida es un defecto del tubo neural que ocurre cuando la columna vertebral del feto no se cierra completamente durante las primeras semanas de embarazo. Esta condición, que puede variar en severidad, puede causar discapacidades físicas y neurológicas significativas. En México, la espina bífida es una preocupación de salud pública debido a su prevalencia y las barreras que enfrentan los pacientes para acceder a un diagnóstico temprano y tratamiento adecuado.
México es uno de los países de América con mayor incidencia en espina bífida
Según estimaciones de la Secretaría de Salud y organizaciones especializadas, en México nacen aproximadamente 5,000 bebés al año con algún defecto del tubo neural, siendo la espina bífida una de las manifestaciones más comunes. Esta cifra coloca al país entre los de mayor incidencia en América Latina, un hecho atribuido a factores como la deficiencia de ácido fólico durante el embarazo, la falta de acceso a suplementos prenatales y los problemas de desnutrición en algunas regiones.
El diagnóstico temprano y el tratamiento son esenciales para mejorar la calidad de vida de los pacientes con espina bífida. En México, algunos hospitales de alta especialidad, como el Instituto Nacional de Pediatría y el Hospital General de México, cuentan con programas especializados para abordar esta condición. Estos programas incluyen cirugías correctivas, terapias de rehabilitación y apoyo psicológico tanto para los pacientes como para sus familias. Sin embargo, la cobertura de estos servicios es limitada, especialmente en áreas rurales y comunidades marginadas.
La prevención juega un papel crucial en la reducción de la incidencia de espina bífida. Las campañas de concientización sobre la importancia del ácido fólico en las mujeres en edad fértil han sido promovidas por la Secretaría de Salud, destacando la necesidad de tomar suplementos antes y durante el embarazo. Además, la fortificación de alimentos con ácido fólico ha sido una medida efectiva para disminuir la prevalencia de esta condición en algunos países, pero su impacto en México todavía puede ser mejorado.
El desafío continúa siendo garantizar el acceso equitativo a servicios médicos, programas de prevención y recursos para todas las familias mexicanas, de modo que los casos de espina bífida puedan ser reducidos y tratados de manera oportuna.