El criterio de elección de la vocación de vida no puede ser más que éste: en qué forma puedo yo, con todo lo que soy espiritual e intelectualmente, con mi temperamento, mi educación y mi cuerpo, servir mejor a los demás. Bajo esta perspectiva de elegir carrera, trabajo o profesión, el quedarse aquí o el marcharse, hacer esto o lo otro, permitirá el encuentro con nosotros mismos, el de conocernos realmente quienes somos y qué fuerza interior o superior nos rige, nos motiva y nos impulsa hacia adelante.
Elegir medicina como la profesión que nos influenciará no solo en el campo profesional sino en todos los demás aspectos de nuestra vida, es desafiante porque exige pasión, ganas, compromiso, constancia, entrega absoluta, con todos sus retos, emociones, frustraciones, limitaciones, satisfacciones, ser capaz de pensar, de actuar, de ejecutar, en medio de la confusión que la enfermedad significa; desenvolverse en medio del llanto, del sudor, de la sangre, del dolor, de la hediondez, de la embriaguez, de la locura, de los gritos, de la desesperación, en ese espantoso escenario, que puede ser cualquier servicio de emergencia de cualquier hospital. …, ninguna tan absorbente como lo es esta profesión. Es por ello que es difícil que sea comprendida por los que no han sido seducidos por ella.[1]
Es la respuesta al llamado de la vida, es el llamado a la vocación, que no es más que la inclinación profesional orientada a satisfacer las necesidades ajenas, no siempre relacionada con el trabajo remunerado o los grandes salarios, sino de la manera más altruista y con espíritu totalmente generoso y solidario.
Pero no todo es tan color de rosa en un país como Colombia, donde ser médico atiende más el llamado de vocación que de otra cosa porque no podemos desconocer la problemática contractual y las condiciones laborales del recurso humano en salud. A diario nos enteramos por diferentes medios de los indicios del estado tan precario en que se encuentran los trabajadores de la salud y del monto que el sistema les adeuda por los servicios prestados. Y si sumamos a todo esto, historias anacrónicas que son bastante frecuentes y que parecen ser parte también de la extenuante cotidianidad del médico en proceso de formación: el maltrato y acoso laboral. La situación es aún más alarmante por cuánto la falta de reglamentación vigente sobre los tipos de contratos propiamente laborales realizados por las entidades prestadoras del servicio de salud.
En Colombia no se vive, se sobrevive y más aún con una de las profesiones más excelentes por naturaleza: La medicina, así que si usted es ya profesional, estudiante o residente en esta área debe entender sencillamente que ha respondido al llamado y a la magia que ha hecho el universo entero, usted ha seguido su vocación; desde una mirada amable entendemos que la vida recompensa esas labores que hacemos desde nuestro ser con bondad infinita, y hay algunas cosas que no podríamos comprar por mucho dinero que tengamos, tales como salvarle la vida a alguien, aliviar dolores, sacar sonrisas y muchos agradecimientos de personas que nos brindan su reconocimiento y su afecto, los pacientes.
[1] (Pedro Ignacion Carvallo A, 2009)
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