La actual emergencia sanitaria se encuentra en un momento de grave preocupación y su final todavía luce lejano. Aunque a nivel mundial se ha conseguido una “meseta” con respecto a los nuevos contagios no significa que haya concluido lo peor. Uno de los mayores temores es que puede presentarse un rebrote a final de año como ocurrió en la temporada pasada. Además todavía existen diversas preguntas sin ser respondidas como el hecho de que algunas personas desarrollen Covid-19 persistente y otras no.
En ese sentido, cada día son miles de personas las que se contagian alrededor del mundo. Pero mientras en algunos casos muestran cuadros moderados de la enfermedad otros desarrollan fases graves que ponen en riesgo su integridad e inclusive requieren de hospitalización.
Los niños también están en peligro
Una vez que se egresa del nosocomio se puede pensar que ya se superó la infección pero no siempre es así. El siguiente aspecto a enfrentar es el relacionado con las molestias y secuelas que desarrollan algunas personas. Cuando se mantienen por más de 12 semanas se utiliza el término de Covid-19 persistente.
Ahora bien, durante los últimos meses ha existido un aumento exponencial en contagios dentro de niños y adolescentes. Mientras al inicio de la pandemia se pensó que eran inmunes ahora se ha comprobado que no es así. De hecho, a partir de que se han retomado las clases presenciales han aumentado los brotes dentro de las escuelas.
Pero así como ahora se sabe que los niños también se pueden infectar, también están en riesgo de padecer una etapa grave de la enfermedad e inclusive fallecer. Con base en un estudio publicado en The British Medical Journal uno de cada siete menores de edad desarrolla Covid-19 persistente.
Problemas más frecuentes
Pero eso no es todo porque la investigación también se enfocó en identificar las molestias más frecuentes que desarrollan los niños y adolescentes cuando padecen de esta etapa de la enfermedad y se obtuvo que hay dos secuelas principales.
- Cefalea.
- Cansancio.
Por su parte, se identificó que 15 semanas después del contagio la secuela más común es cansancio. El mayor inconveniente es que no permite una correcta calidad de vida en los menores afectados. Mientras que otro aspecto importante es que se desconoce su duración total. Por lo mismo, se ha llegado a sospechar que esta secuela podría mantenerse por siempre.
En tanto que dentro de la población adulta el panorama no es muy distinto. Apenas hace un par de meses fue publicado en The Lancet un estudio en que se obtuvieron un total de 203 secuelas que pueden mantenerse hasta por siete meses después de egresar del hospital. Mientras que de la extensa lista los que se repiten con mayor frecuencia son los siguientes:
- Fatiga.
- Cansancio.
- Confusión mental.
- Alucinaciones visuales.
- Temblores.
- Picazón en la piel.
- Cambios en el ciclo menstrual.
- Disfunción sexual.
- Palpitaciones del corazón.
- Problemas de control de la vejiga.
- Herpes.
- Pérdida de memoria.
- Visión borrosa.
- Diarrea.
- Tinnitus.