Hace unas semanas la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) dio a conocer que los consultorios anexos a farmacias en nuestro país ofrecen 35 mil consultas más al día que las realizadas por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), lo que muestra lo exitoso del negocio.
Parte de este fenómeno es posible gracias el crecimiento exponencial que han mostrado los consultorios de este tipo porque mientras que en el 2010 existían 4 mil 370 negocios de bajo costo en el territorio nacional, para el 2017 la cifra se incrementó a más de 13 mil y en la actualidad ya son más de 15 mil los que ofrecen servicio a los pacientes.
¿Lo barato siempre sale caro?
Aunque el precio de las consultas suele variar ligeramente entre negocios, en promedio se paga 30 pesos por atención, lo que resulta atractivo para las familias mexicanas de bajos recursos. ¿Realmente eso debe valer el precio de un profesional de la salud que dedicó años de estudio para dedicarse a la salud?
En general, se trata de un arma de doble filo porque dentro del propio gremio de la salud, los consultorios anexos no gozan de buena reputación por considerar que perjudican a todos los médicos. Otro punto a considerar es que muchos de los galenos que atienden este tipo de negocios no cuentan con prestaciones y el sueldo es muy bajo.
En contraparte, el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) afirma que existen al menos 40 millones de mexicanos sin seguridad social y actualmente el salario mínimo es de 88.36 pesos. La parte económica es la principal barrera para que las familias acudan con un médico privado y por eso optan por los consultorios anexos a farmacias.
Por todo lo anterior, existen puntos de vista divididos acerca de la verdadera utilidad de los negocios de este tipo. ¿Y tú qué opinas acerca de los consultorios anexos a farmacias?