¿Alguna vez recibiste un mensaje agresivo de tus pacientes a través de Facebook o un email?
Estos correos sólo denotan una cosa: falta de inteligencia emocional.
Si te ha pasado, es normal que te sientas incómodo y molesto. Sin embargo, es importante que no caigas en el mismo juego y que aprendas a mantener tus emociones bajo control.
Antes de realizar cualquier acción de la que te puedas arrepentir, es conveniente que tomes en cuenta los siguientes consejos:
- Prende de Abraham Lincoln. Se sabe que cuando el expresidente norteamericano tenía que responder correspondencia agresiva a sus rivales políticos, primero plasmaba todo su enojo en una carta que nunca enviaba. Más tarde o al siguiente día escribía otra carta pero en un tono más conciliador, justamente cuando sus emociones se encontraban bajo control. Tú puedes hacer lo mismo: escribe un borrador y descarga en él toda tu frustración. Déjalo así por un rato y cuando te hayas tranquilizado, vuélvelo a escribir en un tono más amistoso, pero formal.
- Conoce tus límites. Cuando te encuentras muy enojado, es normal que utilices burlas o sarcasmos para desquitar tu enojo. Y es que la comunicación en línea muchas veces puede malinterpretarse debido a la ausencia del lenguaje corporal y verbal. Por eso, cuando debas responder un correo electrónico, mantén un trato profesional.
- Recuerda que hablas con personas. Existen algunas investigaciones que dicen que cuando la gente se comunica en línea, suelen desinhibirse debido a una falta de retroalimentación real, es decir, cara a cara, por lo que dejan de lado la cortesía. Cuando recibas un correo ofensivo, evalúa la situación y encuentra una solución para evitar que el problema suba de tono. También es válido que te pongas en el lugar de la otra persona pues no sabes si se encuentra bajo mucha presión o tuvo un mal día.
No pierdas la cabeza y utiliza tu inteligencia emocional.