Según ha declarado la OMS, el brote de COVID-19 y la respuesta correspondiente han estado acompañados de una infodemia masiva o desinformación médica. Es decir, de una cantidad excesiva de información, en algunos casos correcta, en otros no. La cual, dificulta que las personas encuentren fuentes confiables y orientación fidedigna cuando las necesitan.
El término infodemia se refiere a un gran aumento del volumen de información relacionada con un tema particular. La cual, puede volverse exponencial en un período corto debido a un incidente concreto como la pandemia actual.
¿Qué hay detrás de la ‘infodemia’ o desinformación médica falsa?
Según la OMS, la abrumadora cantidad de información errónea que coincidió con el brote de COVID-19 es la fuerza impulsora detrás de la infodemia. “Una infodemia puede intensificar o prolongar los brotes cuando las personas no están seguras de lo que deben hacer para proteger su salud y la salud de las personas que los rodean”. Escribió la OMS.
Por ejemplo, un estudio de 2021 mostró que después de una breve exposición a la información errónea sobre la vacuna contra el COVID-19. Era menos probable que los participantes quisieran una vacuna contra el COVID-19.
“La desinformación sobre la salud es una grave amenaza para la salud pública. … Limitar la difusión de información errónea sobre la salud es un imperativo moral y cívico que requerirá un esfuerzo de toda la sociedad”.
¿Qué papel pueden jugar los médicos?
Los médicos deben estar bien posicionados para combatir la propagación de información errónea siguiendo estos pasos:
Comprometerse con los pacientes
Los médicos suelen ser de gran confianza y pueden ser una herramienta eficaz para combatir la información falsa.
Tomarse el tiempo para comprender las creencias y valores de cada paciente es clave para corregir la información errónea. Cuando hables sobre problemas de salud con los pacientes, evita la jerga técnica y, en su lugar, utiliza un lenguaje accesible.
Usa las redes sociales estratégicamente
Con una cantidad abrumadora de información accesible en las redes sociales, puede ser difícil para el público discernir qué es confiable y qué no.
Lo que es aún más preocupante es que es probable que la información errónea se comparta de manera más amplia y rápida que la verdad, ya que un estudio de 2018 demostró que las falsedades tenían un 70 % más de probabilidades de ser retuiteadas que la verdad. Este mismo estudio mostró que la verdad tardó unas seis veces más que la información falsa en llegar a 1500 personas en Twitter, lo que hace que los expertos médicos tengan la responsabilidad de combatir la desinformación.
Los profesionales de la salud pueden usar su presencia en las redes sociales para comunicar los resultados de la investigación y brindar opiniones médicas expertas en línea.
Asociarse con grupos comunitarios
Por último, los proveedores de atención médica pueden colaborar con los miembros de la comunidad para desarrollar mensajes de salud pública efectivos, teniendo en cuenta la diversidad de necesidades, antecedentes y experiencias de los pacientes.
Al trabajar con otros miembros de la comunidad, los médicos pueden amplificar sus voces para generar conciencia sobre los casos de información errónea, con la esperanza de corregir la información falsa.
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