- La autocrítica es una capacidad que nos permite ser conscientes y valorar nuestro comportamiento para así poder realizar modificaciones para mejorarlo.
- Para lograr que la crítica nos beneficie debemos procurar que esta sea positiva y constructiva.
- La autocrítica puede entenderse como una habilidad positiva, puesto que si la realizamos correctamente puede ser útil para modificar nuestro modo de actuar y así mejorar.
La autocrítica es una capacidad que nos permite ser conscientes y valorar nuestro comportamiento para así poder realizar modificaciones para mejorarlo.
Para lograr que la crítica nos beneficie debemos procurar que esta sea positiva y constructiva, es decir, que se centre en describir la situación y en valorar qué posibles soluciones hay. La finalidad de la autocrítica es mejorar, no culparnos y autocastigarnos por lo sucedido.
¿Qué entendemos por autocrítica?
La autocrítica es la capacidad de analizar y valorar nuestros comportamientos, tanto conductas, cogniciones como emociones, proponiendo mejoras. La autocrítica puede entenderse como una habilidad positiva, puesto que si la realizamos correctamente puede ser útil para modificar nuestro modo de actuar y así mejorar. De esta manera, es necesario que del mismo modo que debemos procurar hacer críticas constructivas a los sujetos de nuestro entorno, también hagamos este tipo de críticas a nosotros mismos.
Cómo hacer autocrítica
1. Tener claro que la finalidad es mejorar, no culparnos
La finalidad de la autocrítica debe ser conocer qué hicimos mal y tratar de valorar cómo podemos cambiar nuestra actuación para no cometer el mismo error. Culparnos constantemente por lo que hicimos sin tratar de solucionar el problema no nos ayuda; al contrario, nos repercute pudiendo afectar a nuestro estado mental.
2. Céntrate en comportamientos concretos que puedas modificar
Las autocríticas las hacemos con la intención de mejorar, si el hecho, capacidad, rasgo criticado no puede modificarse, criticarlo no será funcional ni útil ya que solo lograremos sentirnos peor, dañarnos resaltando algo que no podemos cambiar. Así pues, nos centraremos en valorar y tratar de modificar comportamientos, más que rasgos inmodificables y que estas conductas sean lo más concretas posibles para procurar la solución que sea más adecuada.
3. Márcate metas realistas
Como ya hemos visto, el propósito de la autocrítica es poder identificar y valorar que debemos cambiar y trabajar para poder conseguir una mejora. Por esta razón, es necesario que los objetivos o metas que nos planteemos, las que utilizamos para valorar nuestro estado y si hemos conseguido lo que queríamos, sean realistas. Es decir, tenemos que poder alcanzarlas, ya que, si no, solo lograremos hundirnos y la autocrítica dejará de ser funcional.
Es mejor fijarnos objetivos cercanos, que podamos alcanzar con facilidad para poco a poco ir progresando y plantearnos metas a largo plazo más complejas, pero siempre con posibilidad de lograrlas si nos esforzamos.
4. Escoge un momento adecuado para hacer autocrítica
Es habitual, por el estilo de vida que llevamos actualmente, que no podamos parar a reflexionar durante el día. Por este motivo, puede ser favorable escoger bien el momento para realizar autovaloración, dedicándose un momento a nosotros mismo para reflexionar sobre nuestro estado, plantearnos posibles objetivos, aspectos que queremos cambiar y cómo realizar la mejora. Es importante que el momento que escojamos podamos estar relajados en la medida de lo posible para que nuestros pensamientos sean positivos y mostremos una buena actitud ante los posibles factores a modificar, evitando así la autodestrucción.
5. Sé consciente de la autocrítica
Para lograr que la autocrítica se haga de manera adecuada debemos ser conscientes de cuándo está teniendo lugar para poder controlarla y conseguir que sea positiva y constructiva y no se desvíen sus intenciones. Un modo de controlar la autocrítica es procurar realizarla de manera frecuente e intencionada siendo conscientes de ello, porque así logramos ejercitar esta capacidad, primero entrenando de manera consciente y con mayor esfuerzo para que finalmente consigamos hacerlo sin dificultad y de forma adecuada.
6. Utiliza la descripción de comportamientos
El modo correcto de hacer autocrítica constructiva consiste en describir con precisión un comportamiento específico o patrón de conducta habitual en nosotros, evitando pues centrarnos en rasgos de personalidad o apelando a nuestra supuesta esencia. Como ya hemos dicho intentaremos que la conducta a cambiar sea lo más concreta posible. Si describimos de forma específica el fallo, es más sencillo identificar en esta descripción el modo de solucionarlo y obtener mejoras.
7. Genera posibles soluciones
La técnica que se utiliza desde el ámbito de la Psicología para tratar de solucionar los primeros problemas, presenta como una de las fases de actuación generar todas las posibles alternativas para tratar de dar con la solución más adecuada. Una vez planteadas todas las alternativas debemos valorar las posibles consecuencias que pueden comportar cada una para así descartar y finalmente quedarnos con la que sea más adecuada. Asimismo, si vemos que la opción escogida no obtiene buenos resultados, podemos cambiar y tratar con otra.
8. Asume la responsabilidad que te pertoca
Vinculado con la autoculpa, es fundamental también que nos hagamos responsables de los hechos que nos sucedan, pero distinguiendo entre: los acontecimientos cuyos resultados dependen de nosotros, de los que no podíamos hacer nada para modificarlos.
Hay hechos de los que nos hacemos responsables, pero realmente no estaba a nuestro alcance hacer nada para evitar que estos sucedieran. Así, es importante saber cuando el locus de control es interno y podemos fijar la responsabilidad en uno mismo y cuando, por lo contrario, el locus de control es externo y no es responsabilidad nuestra lo que pasó.
Debemos hacernos responsables realmente de los hechos que nos pertenecen y que está a nuestro alcance cambiar.
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