A pesar de que los sismos son fenómenos naturales impredecibles, en fechas recientes se han registrado varios de magnitudes elevadas en nuestro país y otras naciones que por su posición geográfica se encuentran más expuestos, por lo cual resulta interesante analizar una investigación publicada por The Lancet en la que detalla los diversos daños que pueden provocar los temblores a la salud física y mental.
En primer lugar, a partir de la fuerza del sismo y la infraestructura de la ciudad en la que ocurra se pueden registrar personas con lesiones traumáticas, las cuales pueden requerir de cuidados intensivos curativos y quirúrgicos, pero es pertinente mencionar que la mayoría de los pacientes llegan a enfrentar complicaciones posteriores que pueden afectar de manera permanente en su calidad de vida.
De igual forma, la salud mental también se ve afectada por este tipo de fenómenos naturales y las personas que los sufren suelen presentar trastornos psicológicos y mentales, siendo el más frecuente el estrés postraumático, el cual sólo puede ser tratado mediante terapias que pueden llegar a extenderse durante años.
Por último, los sismos no sólo afectan a las personas, sino que también tienen efectos negativos en el sistema de salud debido a que si su magnitud es demasiado elevada pueden fracturar o destruir hospitales y unidades de salud, además de que las fallas en los sistemas eléctricos complican que los médicos puedan desempeñar sus labores.
De esta forma, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), tan sólo durante la última década los sismos han provocado más de 780 mil fallecimientos, lo que representa el 60 por ciento de la mortalidad relacionada con desastres naturales.
A su vez, la Secretaría de Salud (SSa) informó que los sismos que se registraron en nuestro país durante septiembre del año pasado causaron estrés a 12 millones de niños.