El amor y el odio, son sentimientos de gran intensidad en el ser humano. Sin embargo, son contrarios. Porque, mientras uno profesa un vivo afecto, el otro cultiva una profunda antipatía. Y aunque pensamos que nuestro corazón es el encargado de gestionar estos sentimientos debido a que palpita a un ritmo diferente con cada estímulo, estamos equivocados. Ya que es, el cerebro que dirige las emociones y las sensaciones más primitivas, dándonos la oportunidad de relacionarnos, sobrevivir y salir adelante.
Las emociones reflejan nuestro mundo interno
El cerebro está lleno de secretos que aún no devela. Sin embargo, los investigadores siguen estudiando sus estructuras para poder entender el comportamiento del ser humano, al mismo tiempo buscan la implementación de herramientas para prevenir y controlar enfermedades neurodegenerativas y trastornos de conducta que incapacitan al individuo y menoscaban su calidad de vida.
El sistema límbico, está encargado de los instintos más básicos del hombre, al igual que de la personalidad y darle respuesta a nuestras emociones. Sin embargo, la amígdala que hace parte de este sistema, es la encargada de regular los sentimientos y emociones, para solventar las situaciones que nos causan daño y no dejar salir a flote la ira, la ansiedad y el pánico. Esto quiere decir que en muchas oportunidades esta parte del cerebro se sobre estimula sacando los peores sentimientos del ser humano. (Clark, 2020)
Para la neurobiología, el amor y el odio, dibujan pasiones similares. gracias a que en medio de su complejidad pueden ser irracionales, actuando en forma heroica o ruin en nombre de ese sentimiento, sin importarles nada más. Además, los estudios muestran que estos dos sentimientos pueden compartir estructuras en la subcortical cerebral, principalmente en el putamen, encargado de los movimientos de las extremidades y la ínsula, donde se gestionan los procesos psicológicos. (Investigación y ciencia , 2019)
El neurocientífico Semir Zeki, hace unos años a través de un estudio dibujo el circuito del odio, donde se observa una evolución de la parte frontal derecha. De la misma forma que un estímulo bilateral en la corteza del polo frontal y en la ínsula medial del cerebro. Indicando que el putamen, es el que genera la respuesta al estímulo, mientras que la ínsula filtra las situaciones desagradables. De igual manera, la hormona del estrés se activa haciendo que el individuo adopte una actitud defensiva frente al factor generador de la emoción y quiera agredirlo. (BBC Mundo, 2012)
El enamoramiento empieza en el encéfalo, activando la secreción de dopamina, oxitocina y vasopresina. De tal forma, que los impulsos nerviosos se aceleran generando la adrenalina suficiente para emocionarse y sentir mariposas en el estómago cuando se va al encuentro del ser amado. El mapa del amor, involucra la liberación de sustancias cerebrales. Así mismo, se activan áreas cognitivas en el sistema límbico, que estimulan la sensación de satisfacción y placer, de la misma manera que lo hacen las drogas. (BBC, 2010)
El cerebro, domina todos los sentimientos, haciendo que el amor y el odio se encuentren relacionados en algunas estructuras. Sin embargo, extrañamente se ha observado que la corteza prefrontal asociada al juicio, la toma de decisiones y el racionamiento, se mantiene activa cuando odiamos y no cuando amamos, colocando un velo en las emociones, que en muchos casos nos hacen actuar en forma incoherente.