Sin duda los antibióticos son uno de los avances más grandes de la humanidad y los fármacos que más han extendido la expectativa de vida en el mundo. Desde el sector salud uno de los llamados desde hace años es que las personas o pacientes no se automediquen con antibióticos, especialmente para enfermedades comunes como la gripe. Sencillamente porque la razón de automedicarse puede no tener ningún efecto si el paciente tiene un virus, pues los antibióticos solo combaten bacterias.
La diferencia entre virus y bacterias, es que esta última tienen una estructura más compleja, con capacidad de reproducirse a sí mismas sin necesidad de un cuerpo externo haciéndolas resistentes a las temperaturas y al tiempo. Los antibióticos atacan la célula de la bacteria, pero no a la del virus. Le quitan la habilidad de dividirse y reproducirse lesionando las paredes de la célula bacteriana o evitando que los nutrientes lleguen a la bacteria para que se reproduzca.
Como el antibiótico está diseñado para atacar unas partes específicas de la célula de la bacteria, no podrá reconocer un virus y atacar. Igualmente, puede suceder que el paciente tenga una bacteria y se automedique, pero puede no estar tomando el medicamento adecuado para combatir esta bacteria específica, pues unos medicamentos lastiman su capa exterior y otros atacan al interior. Un gran ejemplo a citar es el del COVID-19 exacerbando la resistencia antimicrobiana, pues se ha demostrado que casi el 7% de los diagnósticos que corresponden a coronavirus, son catalogados como infecciones bacterianas. Los antibióticos no son eficaces para prevenir o combatir este virus (1).
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estos fármacos se implementan en el tratamiento de infecciones bacterianas, pero a veces estas bacterias, pueden sufrir cambios que las hagan resistentes frentes a este tipo de compuesto. El tratamiento de infecciones como la tuberculosis, la gonorrea, la salmonelosis o la neumonía son cada vez más complicado, ya que los antibióticos pierden su eficacia. Dado esto, la misma organización promueve 5 recomendaciones para combatir la resistencia a los antibióticos:
- Usar antibióticos solo de ser necesarios y siguiendo las indicaciones vigentes. Es decir, bajo una receta avalada por un profesional sanitario certificado con indicaciones y posología.
- Seguir las indicaciones de riesgos y resistencias, siguiendo de manera adecuada el consumo del antibiótico, evitando el abuso de la medicación.
- Derivar al médico si persisten los síntomas después de seguir con el tratamiento.
- Se debe promover una campaña educativa sanitaria a los usuarios. Dar a conocer que algunos antibióticos no tienen ningún efecto ante la gripe y el resfriado.
- Promover en los pacientes las medidas de prevención de las diversas infecciones: vacunas, lavado de manos, medidas de seguridad en las relaciones sexuales… Una buena manera es a través de campañas o folletos informativos que se pueden dispensar desde las farmacias (2).
Sí los antibióticos son tomados irresponsablemente, se desarrollará resistencia a estos, porque las bacterias aprenderán cómo combatir los antibióticos y se adaptarán para su supervivencia. De igual manera ocurre si la persona no termina un tratamiento con antibióticos, produciendo la posibilidad de que las bacterias aprendan sobre esta medicina, haciéndose más fuerte para lograr la mutación de adaptabilidad.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
1. | FIFARMA. FEDEFARMA. [Online]; 2020. Acceso 30 de junio de 201. Disponible en: https://fifarma.org/es/que-es-y-como-prevenir-la-resistencia-antimicrobiana/. |
2. | TEVAFARMACIA.ES. TEVAFARMACIA.ES. [Online]; 2021. Acceso 30 de 06de 2021. Disponible en: https://tevafarmacia.es/academia/voy-ser-farmaceutico/los-5-consejos-de-la-oms-para-combatir-la-resistencia-los. |
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