Desde hace más de dos años se vive una grave crisis sanitaria en todo el mundo. La primera y más grave consecuencia se puede apreciar en el número de fallecimientos aunque también han existido otras repercusiones. Todos los campos se han visto afectados pero uno que causa alarma es el educativo. Los cierres de escuelas por la pandemia han sido una constante pero en algunos países se han prolongado por largos períodos de tiempo.
El impacto de un grave problema mundial
En ese sentido se debe recordar que el 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó a la Covid-19 como una pandemia. A partir de ese momento los gobiernos de todo el planeta tomaron diversas decisiones. Una de las primeras fue suspender las clases presenciales en todos los niveles educativos.
Lo anterior se debió para disminuir el riesgo de contagio entre los niños. Al principio de la emergencia sanitaria se pensaba que los menores de edad eran inmunes pero conforme transcurrió el tiempo se vio que no era así. Ahora se sabe que cualquiera se puede contagiar y hasta desarrollar cuadros graves de la enfermedad y fallecer.
Por otra parte, los menores de edad también se han visto afectados porque en algunos países como México no han sido vacunados. Esta decisión ha sido criticada por los padres de familia que consideran que se expone a sus hijos, en especial a partir de la aparición de la Variante Ómicron.
Con esto en mente, la educación a distancia ha sido una alternativa a la que han recurrido varias naciones. Con ayuda de medios tradicionales como la televisión y otros digitales como internet se ha buscado continuar con la formación de los jóvenes.
El problema es que no todas las naciones cuentan con los recursos y la infraestructura para ofrecer esta opción. No solo se trata de las escuelas sino también de los hogares de los niños. En ocasiones, en especial en zonas de alta marginalidad, las familias no tienen recursos básicos como electricidad para poder sostener este formato.
Daños en la educación de una generación
Como consecuencia, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) afirma que los cierres de escuelas por la pandemia han dejado una “pérdida casi insuperable” en la educación de millones de niños. Alerta que más de 635 millones de estudiantes todavía siguen afectados por el cierre total o parcial de planteles.
Se calcula que en los países de ingresos bajos y medios las pérdidas de aprendizaje debidas al cierre de las escuelas han hecho que hasta el 70% de los niños de 10 años sean incapaces de leer o comprender un texto sencillo, frente al 53% anterior a la pandemia.
Con base en Statista, Uganda es el país donde se produjo el cierre de escuelas más prolongado durante la pandemia. Fueron 60 de cierre completo y 23 de cierre parcial entre febrero de 2020 y octubre de 2021. El nuevo curso comenzó oficialmente el 10 de enero de 2022, pero, como muestra un reportaje de The Guardian, con múltiples complicaciones, incluyendo que algunos recintos escolares fueron reutilizados para otros fines. También menciona la nula participación de los estudiantes y la falta de fe en el regreso de la enseñanza presencial.
Por otra parte, los extensos cierres de escuelas por la pandemia también ocurrieron en naciones de América Latina. En este caso Bolivia experimentó la segunda clausura más larga a nivel global, con 43 semanas de cierre total y 39 de cierres parciales. Mientras que más países de América Central y del Sur ocuparon los puestos 5 a 14. Venezuela fue el tercer país del mundo con los cierres totales más prolongados, con 61 semanas.
Los cierres de escuelas en India y Nepal también se encontraban entre los más largos del mundo al 31 de octubre de 2021, pero los cierres totales fueron más cortos en estos países.