Con el objetivo de lograr la sobrevivencia de bebés prematuros extremos, investigadores estadounidenses del Hospital Pediátrico de Filadelfia (CHOP, por sus siglas en inglés) diseñaron un útero artificial que imita el ambiente de la placenta con su líquido amniótico. El aparato, presentado en la revista científica Nature Communications, se ha probado ya en ovejas y permite que se complete con éxito el desarrollo de sus pulmones y de otros órganos.
En el ser humano, cuando en un embarazo se produce el nacimiento del bebé entre las semanas 40 a 36 de gestación, se considera un embarazo normal y el bebé es capaz de desarrollarse sin ayuda médica.
Por otra parte, en el caso de nacimientos por debajo de este periodo resulta difícil sacar adelante al neonato. Aunque los avances científicos han permitido llevar este límite hasta las 22 o 23 semanas de gestación, lo que se corresponde con un prematuro de unos 600 gramos de peso, el riego de muerte es del 50 por ciento. Además, en el 90 por ciento de los casos, la morbilidad lleva al infante a sobrevivir con grandes discapacidades y una calidad de vida reducida.
Respecto a lo anterior, el pediatra Alan W. Flake, coautor del estudio y director del Centro de Investigación Fetal del CHOP, afirma que el sistema artificial que han desarrollado “podría prevenir la morbilidad severa sufrida por los bebés extremadamente prematuros mediante una tecnología médica que no existe actualmente”.
El objetivo planteado por este equipo médico es el de preservar la vida de los prematuros de 23 semanas de gestación hasta que alcancen el desarrollo y crecimiento normal de un bebé de 28 semanas.