Investigadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN) aprovechan los residuos de la tuna para elaborar pan dulce tipo mantecada y cereal en hojuelas, los cuales contribuyen al cuidado del aparato digestivo, y con ello reducen el riesgo de desarrollar cáncer de colon.
El proyecto que dirige la catedrática e investigadora de la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería Campus Zacatecas (UPIIZ), Carolina Estefanía Chávez Murillo, busca darle valor agregado a los residuos agroindustriales del fruto. Esto debido a que la cáscara, además de aportar fibra soluble e insoluble, es rica en vitaminas, minerales y antioxidantes.
Chávez Murillo señaló que para elaborar los productos aprovecharon que en Zacatecas, además de la tuna blanca, se produce la amarilla, naranja, roja y morada, lo cual otorga una tonalidad natural muy atractiva a los productos.
Se estudiaron en laboratorio las propiedades de la cáscara del fruto y de acuerdo con los resultados decidieron, previa deshidratación, someterla a un proceso de molienda para obtener harina, que es uno de los componentes para preparar los productos.
Aunque las mantecadas y el cereal se procesan de manera convencional, la investigadora y su equipo de trabajo sustituyen un porcentaje de harina de trigo por la de cáscara del fruto.
Nos surgió la pregunta: qué pasa con toda la cáscara de la tuna, ya que los vendedores de esta alimentos solo promueven la pulpa, aunque sabemos que algunos lo usan para alimento de ganado, pero representa una fuente importante de fibra y antioxidantes.
La fibra y antioxidantes ayudan a modular la digestión, favorecen los movimientos del intestino, la captación de agua del organismo y previene el estreñimiento, entre otros.
Chávez Murillo indicó que al evitar el estreñimiento se previene también el cáncer de colon, mientras que los compuestos antioxidantes previenen la oxidación de las células del cuerpo humano, con ello se ayuda a prevenir enfermedades.