El abrumador desarrollo de la tecnología médica ha permitido alcanzar resultados inimaginables en beneficio de los pacientes y en términos de salud poblacional. El incremento en la esperanza de vida tiene mucho que ver con estos avances.
En la actualidad no se concibe una práctica clínica sin el laboratorio, el ultrasonido, los rayos X, la tomografía computarizada y la resonancia magnética; es posible acceder directamente a cualquier tejido mediante una aguja y poder examinarlo con la ayuda del microscopio. Se diseñan fármacos dirigidos específicamente a objetivos concretos. Hay programas que compiten ventajosamente con los médicos para establecer un diagnóstico y otros con los que se puede estimar con relativa precisión la supervivencia que alcanzará un individuo. La telemedicina permite atender a los pacientes aún sin tener contacto directo con ellos.
Los logros alcanzados por la medicina moderna son extraordinarios y hacen entrever la posibilidad de realizar una medina personalizada, que permita diseñar tratamientos individualizados y dirigidos a las características concretas de cada paciente.
No cabe duda de que el futuro es prometedor y que, con la ayuda de los avances de la tecnología médica, mejorará la interacción entre médico y paciente. Sin embargo, este progreso plantea interrogantes y cuestiones éticas por resolver. Por un lado, es necesario establecer un equilibrio entre la innovación y las demandas de los consumidores, y por el otro, los marcos regulatorios y de calidad. Dirigiendo los esfuerzos a traspasar las barreras organizacionales, económicas y legales, ya que son estos los aspectos que actualmente limitan su implementación y no tanto los tecnológicos, como lo evidenció la reciente aceleración en la transformación digital que se desarrolló como respuesta a la pandemia.
Todo este cambio pone al paciente en el centro, y lo supone comprometido y protagonista de su cuidado. Con la ayuda de las herramientas informáticas que contribuyen al empoderamiento del paciente, se satisface su necesidad de información y lo transforman en un agente activo de su cuidado. A la vez que facilitan la retroalimentación y la optimización de los recursos.
Sin embargo, la medicina tecnológica tiende a despersonalizar la asistencia, apartando a la enfermedad del enfermo, fomentando la tipificación y la protocolización, en detrimento de la individualidad del paciente.
Para alcanzar la aplicación de una medicina altamente tecnológica de manera individualizada, eficiente y humana, resulta imprescindible recuperar las esencias de la medicina humanista y retomar la medicina clínica tradicional: donde “no existen enfermedades, sino personas enfermas” como sostenía Gregorio Marañón.
En el futuro, los mejores médicos serán aquellos que mejor interroguen a sus pacientes, los que dominen las nuevas tecnologías sanitarias, los que se coloquen en el lugar de quienes requieren sus servicios.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
- El futuro de la medicina. Medicentro (Villa Cl). 2014;18(4):145–7
- Luna D. El futuro de la medicina: cambios y desafíos para tener en cuenta [Internet]. org. 2020 [cited 2021 Oct 28]. Available from: https://blogs.iadb.org/salud/es/futuro-de-la-medicina/