En México, 70 por ciento de los niños con cáncer que acuden a los hospitales lo hacen cuando la enfermedad se encuentra en estadíos muy avanzados, en etapas 3 y 4, informó Rocío Cárdenas Cardós, jefa del Servicio de Oncología del Instituto Nacional de Pediatría.
La especialista recordó que los tipos de cáncer infantil más frecuentes entre los niños mexicanos son las leucemias, tumores del sistema nervioso central y linfomas, entre otros.
Detalló que hasta 70 por ciento de los niños con cáncer en México superan su enfermedad, sin embargo, el porcentaje es menor en comparación con el de algunos países desarrollados, como Alemania, donde la cifra es del 90 por ciento.
A modo de ejemplo, cabe agregar que una gráfica de Statista muestra que en Estados Unidos la tasa de supervivencia de cinco años para los niños con cáncer menores de 15 años de edad pasó de 58 por ciento entre 1975 y 1977, a 72 por ciento entre 1987 y 1989, y a 81 por ciento de 1999 a 2005, lo que habla del enorme atraso que existe en México en este sentido, pues sus logros de los últimos años (en pleno siglo XXI) correspondería más con los estadounidenses de la década de 1980, número que, incluso, resulta superior al nacional.
Cárdenas Cardós subrayó que la supervivencia de los niños mexicanos con cáncer podría pasar del 70 a más del 80 por ciento siempre que haya diagnósticos oportunos, es decir, en etapas tempranas.
Indicó que el incremento en la tasa de supervivencia se lograría con mejor educación, pues “hay universidades mexicanas en las que no existe la cátedra de Oncología, cuando ésta debería ser una materia obligatoria desde nivel pregrado”, opinó la especialista.
Agregó que la educación en salud para padres de familia de bajo nivel socioeconómico es clave en este sentido, pues hay que brindarles información sobre qué es el cancer y cuáles son sus síntomas, para evitar que la enfermedad evolucione en caso de presentarse en sus hijos.
Al respecto, recordó que los síntomas de alerta para cáncer infantil incluyen: fiebre crónica e intermitente, cansancio, pérdida de peso, palidez, falta de apetito, moretones en la piel sin causa aparente, cambios en el patrón de conducta y retrocesos en el rendimiento escolar.
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