En estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cólera cobra hasta 143 mil vidas cada año. Si bien puede ser asintomática, los pacientes también corren el riesgo de morir en horas si no reciben tratamiento. Debido a que aparece en condiciones de baja higiene, es considerada una condición que refleja inequidad y falta de desarrollo social.
Con este precedente, un brote de cólera ha golpeado la población de Nigeria. El Consejo Noruego de Refugiados informó que ya 175 personas han muerto por culpa de la enfermedad. Además, otros 10 mil pacientes han resultado afectados por la condición. Jante Cherono, responsable del programa en Borno, reprochó las condiciones de higiene que ocasionaron esta catástrofe.
El cólera se propaga rápidamente en los congestionados campamentos de refugiados [que huyen de la violencia de Boko Haram. En los estados de Borno, Adamawa y Yobe, a donde está llegando la gente necesitada], es difícil proporcionar agua, saneamiento y servicios de higiene.
Cherono pidió a las autoridades de los tres estados a evitar una nueva crisis sanitaria en 2019. Señaló que, para combatir el cólera, los refugiados necesitan más tierras. Además, también se requieren instalaciones de salud y saneamiento. Señaló que la congestión de los campamentos y la temporada de lluvias han agravado el brote.
Se calcula que alrededor de 1.8 millones de personas huyen de la violencia provocada por Boko Haram. El grupo terrorista aspira a crear un estado islámico en la región. Algunos campamentos, como el de Kagoni Sangaya, deben dar atención a casi cuatro veces más personas de las que podrían alojar. Esta extrema congestión es responsable de enfermedades como el cólera.
En los últimos años, el noroeste de Nigeria ha experimentado varios brotes de cólera. Muhamad Buhari, presidente del país, declaró una emergencia sanitaria la semana pasada por la falta de agua en su nación. Apuntó que para 2015, menos del siete por ciento de la población tenía acceso a agua y baños.
El actual brote de cólera en Nigeria es apenas un fragmento del que vivió Yemen en 2017. Entonces, se calculó que la enfermedad cobró más de dos mil vidas, por lo que se ha convertido oficialmente en la epidemia más grande de su tipo en la historia.