Desde hace algunos años, especialmente en las cárceles africanas, se realiza una práctica que a últimas fechas ha reavivado la preocupación de autoridades y médicos.
El conocido vínculo entre abuso de drogas, adicciones y contagio de infecciones como VIH/Sida ha sido ampliamente documentado, no obstante, a pesar de los esfuerzos para tratar de frenar este dañino círculo sanitario, las medidas en este sentido han resultado insuficientes.
En Sudáfrica, una fracción del Parlamento ha pedido al Gobierno que incluya especialistas en drogadicción en el cuerpo policiaco a fin de combatir al llamado bloodtooth.
El gremio médico se ha mostrado sumamente preocupado a causa de esta práctica, la cual hace clara referencia a la tecnología de comunicación llamada bluetooth que permite compartir datos.
Sin embargo, en este caso lo que se comparte no es información, sino sangre contaminada con sustancias tóxicas para que el receptor se la inyecte y pueda experimentar los efectos de las drogas a “un menor precio” económico, pero con grandes costes para la salud.
Declaraciones de la médica Jackie Thomson, del Servicio Nacional de Sangre Sudafricano (SANBS) difundidas por la agencia de noticias EFE, advierten sobre los peligros del bloodtooth más allá del contagio de infecciones como el VIH/Sida:
Puede provocar ataques al sistema inmunológico y una coagulación sanguínea severa, lo que llega a causar el colapso del sistema circulatorio, el fallo de los órganos y la muerte.
La alarma generada por el bloodtooth se debe a que se está convirtiendo en moda y se recurre a él para compartir, a menor precio, los efectos del llamado “nyaope”, una mezcla de heroína con productos como efedrina, detergente, arsénico y antidepresivos.
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