El trastorno bipolar suele ser difícil de diagnosticar pues no se conocen marcadores químicos y prescribir el medicamento incorrecto podría ser grave para el paciente.
Sin embargo, un nuevo estudio pretende aclarar este rubro, al informar que los niveles de ciertas proteínas podrían servir como biomarcadores de la anteriormente conocida como “depresión maniaca”.
La mayor parte de las personas que sufren trastorno bipolar son capaces de experimentar altibajos en diferentes fases, por lo general de formas muy extrema: desde las etapas más altas con episodios maníacos, a las más bajas con lapsos de profunda depresión.
La investigación realizada por científicos de la Clínica Mayo, señala que dicho trastorno comparte síntomas con la esquizofrenia y otros trastornos de la personalidad, lo que convierte a la bipolaridad en una de las enfermedades más difíciles de diagnosticar. Además, algunos estudios como los escáneres de cerebro o los análisis de sangre sólo funcionan para descartar otras enfermedades, pero no para realizar el diagnóstico preciso, por lo que para muchos investigadores era necesario encontrar algo más.
Por tal razón, los científicos de la Clínica Mayo estudiaron 272 proteínas distintas en la sangre de 288 pacientes (174 con bipolaridad y 141 personas como grupo control). Tras el análisis, los expertos observaron que 73 de las proteínas analizadas difirieron entre los cuatro grupos de estudio y seis de ellas ofrecieron resultados significativamente diferentes entre el trastorno bipolar y el grupo control.
Los científicos mencionaron que a pesar de que la muestra es pequeña, los avances obtenidos podrían abrir la esperanza a un diagnóstico más rápido y certero.
No existe una cura para el trastorno bipolar, pero la mayoría de los pacientes responden bien al tratamiento. Tener a la mano una prueba biológica que ayude a facilitar el diagnóstico de este trastorno permitiría a los médicos elegir el tratamiento más adecuado para sus pacientes”, dijo Mark Frye, líder del grupo de investigadores.
Los resultados fueron publicados en la revista Translational Psychiatry.