Es común que después de una cirugía relacionada con el cerebro, los médicos revisen que no haya complicaciones, para lo cual la temperatura y la presión intracraneal son dos factores esenciales. Sin embargo, en ocasiones los cirujanos en deben implantar en el paciente un dispositivo de monitorización para controlar la evolución de la cirugía, con el cual pueden aumentar las posibilidades de infecciones y hemorragias.
No obstante, la revista Nature publicó un estudio en el que investigadores de las universidades de Illinois, y de Washington, se dieron a la tarea de crear un biosensor del tamaño de un arroz que después de registrar y enviar la información ya mencionada, es capaz de reabsorberse en el organismo.
John A. Rogers, profesor de Ingeniería y Ciencia de Materiales de la Universidad de Illinois y uno de los principales coordinadores de la investigación, informó que este avance médico es parte de una nueva generación de sistemas biomédicos desechables cuya capacidad es la de registrar diferentes datos después de una operación o incluso, cumplir con una función terapéutica. Pero lo más asombroso es que pueden ser ingeridos o implantados y posteriormente, reabsorbidos por el propio organismo.
La estructura del biosensor está constituido por láminas hechas a base de silicio biodegradable, el cual se conecta a un transmisor inalámbrico del tamaño de un sello que se implanta debajo de la piel, en la parte superior del cráneo.
Los investigadores destacan que el dispositivo aún no ha sido utilizado en humanos, pero las investigaciones realizadas en roedores hasta el momento han arrojado resultados positivos, por lo que esperan que el biosensor pueda ser implantado en humanos más adelante.