La práctica de la ética médica moderna es muy aguda, episódica, fragmentada, centrada en problemas y centrada en instituciones. La medicina familiar, por el contrario, se basa en un modelo de atención basado en las relaciones, que es accesible, integral, continuo, contextual, centrado en la comunidad y centrado en el paciente.
“Hacer ética” en la práctica diaria de la medicina familiar es, por lo tanto, diferente de hacer ética en muchos otros campos de la medicina, enfatizando diferentes fortalezas y ejemplificando diferentes valores.
Para los médicos de familia, la ética médica es algo más que la resolución de problemas. Requiere reconciliar los conceptos éticos con la medicina moderna y plantear la principal pregunta de ética médica: ¿Considerando todo, qué debería suceder en esta situación?
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Enmarcamos la ética médica bajo 4 preceptos fundamentales, que engloban a todos los campos de la medicina, incluyendo la familiar
- Beneficencia: el fin último del proceder médico debe ser el bien
- No maleficencia: la obligación de nunca causar mal alguno a un paciente.
- Autonomía: capacidad de toma de decisiones en base al criterio y experiencia propias
- Justicia: es la obligación del médico tratar a todos sus pacientes con la misma dedicación y distribución de riesgos.
De acuerdo a un ensayo publicado por la Universidad de Ciencias Médicas de Sancti Spíritus, las consideraciones de la medicina familiar interviene de manera activa a lo largo de diferentes etapas de la vida de sus pacientes, a diferencia de otras ramas médicas, que lo hacen de manera ocasional.
Así, se pueden mencionar consideraciones éticas a lo largo de diferentes etapas.
Al principio de la vida:
El médico de familia tiene un papel activo en la formación de la familia, además de decisiones trascendentales como la paternidad y procesos de conservación de la salud para los pequeños de la casa.
En el diagnóstico prenatal, un médico de familia se puede enfrentar a dilemas éticos graves, como la “asesoría” sobre la conveniencia de tener un bebé que se ha diagnosticado con anomalías.
Un médico de familia debe saber que su papel va más allá del tratamiento ocasional de enfermedades, en sus manos está el fomento de una salud robusta a las siguientes generaciones.
A lo largo de la vida:
A diferencia de otros médicos, el doctor de familia hace acompañamiento a sus pacientes y brinda atención integral a lo largo de los años. Esta situación agudiza el dilema ético cuando se trata de pacientes con enfermedades crónicas transmisibles o no transmisibles como el sida o el cáncer.
En este caso el médico tiene la obligación ética y moral de brindar apoyo a su paciente de forma continuada, acompañándolo en todas las fases de su enfermedad, e inclusive, en muchas oportunidades, ayudándolo a tomar decisiones de vida o muerte.
Al final de la vida:
Probablemente la etapa con más dilemas éticos para cualquier médico, sin contar con el apego emocional a pacientes con quienes ha convivido por años. En estos casos, la práctica médica está llena de decisiones relacionadas con la continuidad de la vida y, en muchos casos, evitar que el paciente sufra de forma innecesaria.
En muchos países, donde hoy en día es legal la eutanasía, es el médico de familia quien ayuda en la transición hacía una muerte digna y sin sufrimiento.