Las enfermedades clandestinas se esconden a plena luz. Creando dependencia de conducta y emociones en el individuo, que sin apenas saberlo se va dejando llevar por situaciones donde no puede controlar los impulsos. Estos trastornos son considerados adicciones conductuales, que afectan no solo a la persona que las padece, sino también a su entono. De la misma manera que le sucede al ludópata, alcohólico o drogadicto.
Cambios de conducta que implican riesgos en la salud mental
El factor biológico, psicológico y social del individuo, debe estar en equilibrio para mantener la salud física y mental en óptimas condiciones. Por tanto, cuando hablamos de los aspectos biopsicosociales de las enfermedades clandestinas nos enfrentamos con un comportamiento poco tipificado por la sociedad. Donde el abuso de sexo, comida, trabajo, compras o el uso inadecuado de la tecnología en forma anónima o encubierta, agrupan una sintomatología adictiva que menoscaba la salud, de la misma manera que las adicciones químicas. (H, 2013)
El aumento de dopamina en el cerebro, produce euforia que se genera al realizar una situación placentera. Sin embargo, cuando se pierde el control, se descuidan las actividades habituales, se niega el problema o hay irritabilidad al enfrentarse a cualquier comentario sobre la situación específica, se convierte en un problema conductual que interviene en el bienestar y desarrollo del individuo. Por tanto, el desorden alimenticio, perder dinero en los juegos de azar o deformar el cuerpo a causa de las cirugías estéticas innecesarias, son enfermedades que hay que tratar.
Tolerancia. Las enfermedades clandestinas llevan a que el individuo se habitué a la sensación de placer que le genera la actividad secreta; (Hacer compras por internet, jugar cartas en medio de la noche, ordenar comida cuando esta solo o fumar sin que nadie lo sepa); necesitando más de estas mismas conductas para sentirse satisfecho. Por tanto, recurre a ellas con mayor frecuencia cada día, entorpeciendo la cotidianidad y las relaciones interpersonales.
Abstinencia. De la misma manera que los adictos a sustancias, las personas que padecen de una enfermedad clandestina se ve abocado al síndrome de abstinencia, cuando se priva de la oportunidad de ejercer su conducta. Desarrollando patologías físicas como ansiedad, miedo, angustia y depresión, que se relacionan directamente con el encubrimiento de un problema emocional que se quiere evadir.
Influencia social. Los grupos sociales promueven el comportamiento excesivo, tanto en las adicciones químicas, como en las conductuales. Alejando a los individuos de la conducta racional y mesurada, llevándolos a crear espacios anónimos que producen placer con un costo muy alto, ya que, cuando no existe el control, se necesita trabajar de la mano de un grupo interdisciplinario, de la misma manera que lo hace un drogodependiente, para garantizar un tratamiento adecuado.
Las enfermedades o adicciones, secretas o clandestinas, causan mucho daño en la sociedad, sobre todo por el prejuicio y el señalamiento. Afectando en mayor medida al que la sufre, porque lo más difícil y prioritario es reconocer que se sufre de un trastorno conductual y buscar ayuda profesional para que le prescriba un plan de acción personalizado, donde se identifique la causa del problema y se indique los pasos a seguir para cortar de raíz las causas asociativas, que imposibilitan la capacidad mental del individuo.
