En general las enfermedades alérgicas (rinitis alérgica, asma, dermatitis atópica y demás) se han convertido, por su alta prevalencia en todo el mundo, en un problema de salud pública de gran magnitud1.
La alergia, se define como una reacción exagerada del sistema inmunológico frente a determinadas sustancias que son inocuas para la mayoría de las personas; el sistema inmunológico responde ante una sustancia inofensiva como si fuera una sustancia dañina y, por lo tanto, produce anticuerpos, con el fin de neutralizar y proteger al organismo ante futuras exposiciones2.
En el mundo, se viene apreciando un incremento en el número de consultas por enfermedades respiratorias alérgica. Los conocimientos en cuanto a su fisiopatología, evidencian que la base de la enfermedad es un proceso inflamatorio crónico de las vías aéreas inferiores3.
Otra de las enfermedades respiratorias alérgicas más frecuentes es la rinitis que afecta a 2 de cada 10 individuos a escala mundial. Aunque no es una enfermedad grave, altera la vida social de los pacientes afectando el rendimiento escolar y la productividad laboral4.
La relación que conecta a estas dos enfermedades ha sido motivo de estudio durante el último decalustro, concibiéndolas como una misma enfermedad de las vías aéreas que comparten un mecanismo patogénico común5.
La exposición a alérgenos específicos inhalados por vía nasal puede desencadenar una respuesta bronquial inflamatoria inmediata, que se caracteriza por la infiltración de eosinófilos y por el incremento en la producción de anticuerpos del tipo inmunoglobulinas E6. Las alteraciones a nivel bronquial pueden inducir síntomas nasales atribuibles a inflamación nasal, es decir, desencadenar una rinitis alergica7. Por tanto, al considerar un diagnóstico de rinitis o asma debe hacerse una evaluación tanto de las vías aéreas superiores como inferiores8.
Estudios fisiopatológicos, epidemiológicos y clínicos han demostrado que la prevalencia en la coexistencia de rinitis alérgica con asma se ha visto incrementada, en especial en niños que viven en las ciudades. Sin embargo, en muchas ocasiones el paciente sólo refiere los síntomas que más le preocupan o le molestan, que, en la mayoría de los casos, son los bronquiales. En este sentido, se ha logrado constatar la presencia de inflamación nasal en un grupo de pacientes asmáticos que negaban la presencia de síntomas de rinitis. Es decir, aunque los pacientes se consideren libres de síntomas, casi siempre se demuestra la presencia de afectación nasal.
Las observaciones realizadas en el manejo de los pacientes con alergias respiratorias deben hacerse de forma integral y de acuerdo con la gravedad general del síndrome.
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