El duelo, en principio, es un proceso normal que cumple con una función adaptativa. Los niños suelen manifestar el duelo como un adulto, incluso desde los seis meses, se pueden observar reacciones de duelo. Es por eso que, como pediatra, debes estar preparado para darle malas noticias a tus pequeños pacientes. Si quieres aprender cómo hacerlo, a continuación te vamos a ofrecer algunas de las cosas que deberías saber para comunicar malas noticias a niños de la forma más eficaz posible.
¿Qué es el duelo?
Duelo es una palabra que proviene del latín dolus (dolor) y se refiere a la reacción de lástima, aflicción o sentimiento ante la pérdida de algo afectivamente importante para el doliente. El duelo es un proceso de adaptación psicológica y no requiere, en la mayoría de los casos, intervenciones específicas, siempre que el doliente disponga de recursos adecuados, tanto internos como externos, para así hacer frente a la pérdida.
Manifestaciones de duelo en la infancia que el pediatra debe conocer
En niños menores, las respuestas de duelo suelen ser más corporales y dificultades en la alimentación y el sueño. En niños mayores, el duelo provoca ansiedad, problemas de conducta, de aprendizaje y, aunque los deseos de reunirse con su ser querido pueden ser frecuentes, no suelen acompañarse de intensos de suicidio.
El pediatra debe conocer que las manifestaciones normales de duelo en los niños pueden ser:
- Conmoción y confusión.
- Retraimiento social.
- Ira e irritabilidad.
- Alteraciones del sueño y/o alimentación.
- Rechazo.
- Tristeza y llanto.
- Apatía.
- Ansiedad.
- Hiperactividad.
- Culpa.
- Problemas de conducta.
- Falta de concentración.
- Miedo escolar.
- Miedo a la posible de pérdida del padre no fallecido o a la propia muerte.
- Regresión a etapas anteriores del desarrollo.
- Protección a sus seres queridos.
- Enuresis.
- Dolor abdominal.
- Accidentes.
¿Cuándo buscar ayuda frente al duelo infantil?
Se debe buscar la ayuda profesional de un pediatra cuando en su entorno no se asume dar la mala noticia o no se favorece la expresión emocional y si se encuentra aislado de sus seres queridos. También, si no mejoran los síntomas a partir de los dos meses del fallecimiento y si presenta negación prolongada de la pérdida. Además, se debe consultar si se revive intensamente el hecho traumático, muestra hipocondría, alteraciones psicosomáticas, deseos de venganza o síntomas depresivos intensos.
A priori, el duelo no requiere tratamiento psicofarmacológico, aunque puede ser útil como adyuvante del proceso de adaptación a la pérdida y está especialmente indicado el ajuste de la medicación si existen antecedentes psicopatológicos.
¿Cómo puede ayudar el pediatra?
Para un niño, el fallecimiento de un familiar es la pérdida más dura que puede sufrir. El pediatra puede ayudar a la familia a comprender esta presencia necesaria y fomentar la función protectora de la unidad familiar.
Así que desde el ámbito sanitario, se puede ayudar a que la familia minimice el impacto de la pérdida en el niño. Para ellos será muy difícil, a nivel emocional, informarle de la pérdida y el pediatra puede asesorarles para que se sientan más seguros y entiendan, al mismo tiempo, la importancia de que el menor esté informado, cuanto antes, de todo lo que ocurre en el ámbito familiar.