En cualquier empresa o institución, se necesita alcanzar un delicado balance entre la individualidad de las personas y los valores básicos de la cultura organizacional. En tu consultorio, la situación es la misma: si alguna de estas fuerzas supera a la otra, corres el riesgo de enfrentar problemas de inflexibilidad en tu personal o bien un ambiente homogéneo reticente a evolucionar.
Sin embargo, puede ser difícil encontrar este equilibrio. No solo cada colaborador tiene un carácter, valores y formas de pensar distintas (lo que podría dificultar conciliar con todos y cada uno de ellos), como líder del negocio te podría resultar más complejo llegar a un punto medio, porque eso implica ceder en la cultura organizacional que tú mismo has definido para el consultorio.
Hay varias formas de conciliar este problema. La más importante es que, al momento de contratar nuevos colaboradores, debes de evitar personas que encajen perfectamente con los valores y pensamiento ya existentes. Una cultura organizacional que se construya así simplemente llegará a un punto de homogeneidad, inadecuada para fomentar la innovación.
Al contrario, tu consultorio debería buscar personas, en lugar de ser iguales, con habilidades y rasgos de personalidad que puedan añadir un valor adicional a tu cultura organizacional. Por ejemplo, si tu consultorio busca proveer una excelente experiencia a los pacientes pero no hay entre tus colaboradores alguien capaz de consolar a las personas cuando reciben malas noticias, identifica aspirantes con éstas aptitudes.
También es importante sopesar cuáles son los valores (tanto de tus colaboradores como de tu propio consultorio) que pueden ponerse de lado para fomentar una mejor convivencia en la jornada laboral. Es probable que algunos de los principios de tu cultura organizacional puedan eliminarse sin alterar su objetivo principal. Ello aplica igual para la personalidad de tus empleados, al menos dentro del entorno de trabajo.
Finalmente, se debe de estar abierto a la evolución. Cualquier individuo o negocio que se mantenga igual a lo largo del tiempo está condenada a fracasar, ya sea en el plano profesional, íntimo o económico. Mientras que en el punto anterior se hablaba de dejar de lado algunos valores, aquí se trata de dejar atrás los elementos de la personalidad o la cultura organizacional que, en el largo plazo, podrían evitar a tus colaboradores o tu consultorio progresar.