Existen diversas prácticas que tus pacientes pueden realizar de manera inconsciente de forma recurrente y pensar que no ocurrirá nada o no existirán repercusiones mayores. Entre dichas prácticas se encuentran el morderse las uñas de las manos; sin embargo, la realidad es que cualquier acción, por más pequeña e inofensiva que parezca, puede dañar de manera definitiva a las personas.
Lo anterior viene a colación por el caso de Courtney Whithorn, una estudiante australiana de 20 años y quien desde su infancia acostumbraba morderse los dedos de la mano cuando estaba nerviosa. El hábito llegó a un nivel preocupante cuando ella misma se arrancó la uña de uno de sus pulgares y por vergüenza decidió esconder su mano y no contarle a nadie lo sucedido.
Después de un par de años la situación se complicó más, al grado de tener que mantener oculto su pulgar, por lo que el lecho ungueal del dedo desarrolló un cáncer muy poco frecuente conocido como melanoma subungueal lentigoso acral.
Ante el problema la joven requirió de apoyo médico pero debido al tiempo transcurrido, resultó imposible el poder retirar el tumor, por lo cual los especialistas decidieron amputar el dedo afectado y así evitar que la enfermedad se expandiera a otras partes de la mano de la paciente.
Por lo pronto, lo sucedido con la joven australiana sirve de ejemplo para mostrar que el hábito de morderse las uñas no sólo resulta anti higiénico sino que puede provocar la aparición del cáncer, además de que ante cualquier problema de salud se debe acudir de inmediato con un médico y no esperar que transcurra el tiempo.