En 1996 Gary Kasparov representaba el miedo generalizado del mundo del ajedrez a que el humano perdiera relevancia dentro del juego. Después de todo el llamado “deporte ciencia” había sido jugado probablemente desde el siglo III y ahora por primera vez el campeón mundial se enfrentaría a una computadora. ¿Sería posible que el humano, quien llevaba perfeccionando el ajedrez durante 17 siglos, perdiera ante la máquina, con menos de una década de experiencia?, ¿era esto el fin del ajedrez?
La empresa villana (¿o heroína?) que decidió enfrentar al ser humano contra una computadora fue IBM, cuya súper computadora Deep Blue era capaz de calcular 200 millones de posiciones de ajedrez por segundo.
Finalmente, en aquella ocasión, Kasparov logró salir victorioso de su enfrentamiento a Deep Blue por marcador de 4 a 2. No obstante, aquella partida de ajedrez puede ser considerada como el comienzo del temor humano a volverse irrelevante dentro de su disciplina frente a una máquina.
Kasparov admitió posteriormente (y luego de varios enfrentamientos) que tenía miedo, además de que tanto él como varios jugadores más llegaron a considerar que el ajedrez se convertiría en un espectáculo de máquinas-robots jugando entre sí. No era un panorama prometedor. Sin embargo, del mismo modo Kasparov admitió (luego de varios años) que la máquina le ayudó e impulsó a mejorar su juego. Lo hizo creativo. El mundo del ajedrez comprendió que la máquina no mató la esencia del juego.
Hoy puede existir un paralelismo de esta historia en la disciplina médica. El mundo se divide entre los que piensan que el médico perderá relevancia y hay quienes mencionan que la práctica médica seguirá siendo como lo ha sido durante la historia de la humanidad: un médico humano atendiendo a un paciente humano.
La realidad es que hoy la Inteligencia Artificial amenaza a cualquier médico con perder relevancia ante el diagnóstico médico. Existen ya en el mercado distintos softwares que pueden diagnosticar el cáncer de piel como lo harían tal vez los 20 mejores dermatólogos del mundo con únicamente analizar una fotografía de la persona. La tecnología está, es capaz y avanza rápido.
Sin embargo, una cosa es que la máquina juegue ajedrez o gane el juego de TV de Jeopardy y otra totalmente distinta es que diagnostique, opere o ausculte a un paciente. Las preguntas y temores son muchos, las ventajas y avances también serían muchos.
Personalmente pienso que siempre existe una curva hacía arriba al inicio de las disrupciones y amenazas de este tipo. El temor es máximo al inicio, después se adopta la tecnología y posteriormente se vuelve aliada (lo que pasó con el ajedrez). ¿Pero se cumplirá este mismo patrón de la medicina? ¿Qué tanto los robots y software que hoy existen en la práctica médica han aportado al avance?