Uno de los grandes “argumentos” de quienes defienden a la familia tradicional (mamá, papá e hijos) gira en torno a la imposibilidad que tienen dos varones por generar descendencia, situación que podría cambiar en un futuro algo distante aún gracias a una reciente investigación que ha demostrado que los óvulos no son indispensables para la creación de un nuevo ser viviente.
Por increíble que la afirmación anterior puede parecer, científicos de la Universidad de Bath llegaron a tan arriesgada conclusión luego de crear en el laboratorio crías de ratón perfectamente saludables utilizando espermatozoides saludables y óvulos infértiles, que lograron ser transformados en seudo-embriones a través de un proceso químico.
De acuerdo con los investigadores responsables de este estudio, los citados seudo-embriones comparten características con células ordinarias como las de la piel, por lo que no descartan que en un futuro no muy lejano este tipo de células puedan ser utilizadas en lugar de los óvulos para producir bebés perfectamente saludables.
“Esta es la primera ocasión en que alguien logra demostrar exitosamente que alguna otras célula diferente de los óvulos puede combinarse con un espermatozoide de este modo para dar paso a descendencia saludable. Esto cambia radicalmente casi 200 años de pensamiento”, señaló el doctor Tony Perry, uno de los investigadores involucrados.
Cabe destacar que en el experimento llevado a cabo con ratones uno de cada cuatro embriones fue viable y cada uno de los ratones nacidos a través de esta técnica tuvieron una esperanza de vida normal y descendencia propia.
“Existe la posibilidad, en el futuro distante, de que células ordinarias del cuerpo humano puedan combinarse con esperma para dar paso a un embrión”, agregó Perry.
Sin embargo, quitar al óvulo de la ecuación no sólo tendría implicaciones médicas, sino que generaría un gran impacto en la sociedad, pues daría a las parejas del mismo sexo (en el caso de los varones) la posibilidad de procrear sin la necesidad de una mujer.
Los resultados de este polémico estudio pueden ser hallados en Nature Communications.