La globalización es el fenómeno por el cual los distintos países del mundo han comenzado a crear sistemas culturales, económicos, sociales, políticos y tecnológicos que superan las fronteras nacionales. Además de promover una relativa homogeneidad entre las regiones y civilizaciones, este proceso también tendría un efecto determinante en la incidencia de la obesidad.
De acuerdo con el director de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva, los productos de consumo promovidos por la globalización carecen de las propiedades de nutrición necesarias para fomentar una vida sana. Al contrario, se han convertido en un factor determinante en la obesidad global.
Lamentablemente, los productos y alimentos baratos industrializados resultan mucho más manejables para el comercio internacional. Si no adoptamos medidas urgentes para detener las crecientes tasas de obesidad, pronto tendremos más personas con sobrepeso que subalimentadas en el mundo.
Da Silva apuntó que este problema es más pronunciado en los países que importan la mayor parte de sus alimentos. Aseguró que en los estados insulares del Pacífico, la globalización ha ocasionado que las tasas de obesidad a niveles que van del 30 al 80 por ciento. Afirmó también que en al menos 10 naciones de esta región, esta condición afecta a la mitad de la población.
También aseguró que la globalización ha promovido un consumo excesivo de alimentos con alto contenido de sales, azúcares y grasas trans. Apuntó además que las campañas publicitarias y de mercadotecnia que fomentan la compra de este tipo de productos también son directamente responsable de los altos índices de obesidad en todo el planeta.
La comida chatarra y rápida es el mejor ejemplo. Este tipo de alimentos son más baratos y más fáciles de acceder y preparar que los alimentos frescos, en especial para los sectores pobres en las áreas urbanas. Los países deberían tener leyes que protejan las dietas saludables y locales, así como iniciativas que alienten al sector privado a producir alimentos más sanos.
Apuntó que el efecto de la globalización en la obesidad incide también directamente en la economía de los países, ya que se realizan inversiones millonarias cada año para combatir las consecuencias de salud de este fenómeno. Sugirió, como una solución, poner impuestos a los alimentos nocivos, desarrollar etiquetados informativos para estos productos y restringir la publicidad de comida chatarra dirigida a niños pequeños.