El trastorno dismórfico corporal o TDC puede estar afectando a tu paciente, pues si notas que se preocupa de forma excesiva por un defecto percibido en sus rasgos físicos deberías hablar con él.
Motívalo a hacer trabajo voluntario. Un aspecto significativo del trastorno dismórfico corporal es la necesidad de autocastigarse. Si bien la persona afectada detesta sentirse inútil, también es una forma de sentirse segura.
Para poder lograr algún progreso, tu paciente necesita descubrir que la autovaloración y las recompensas obtenidas por el trabajo duro son algo positivo, y la única manera de que acepten esto es haciendo que elimine por completo sus inseguridades.
De esta forma, la persona con TDC no solo desarrollará su seguridad y confianza con las demás personas (en áreas que no han sido afectadas por su inseguridad), sino que, de manera más profunda, también será de mucha utilidad que tenga algunas responsabilidades y que dependan de ella.
El trabajo productivo también le permitirá satisfacer su deseo de “control”, y si se trata de un mecanismo de defensa generado por un motivo personal (violación, muerte de alguien especial), puede trabajar en áreas de trabajo voluntario que sean de su gusto personal.
Motiva a la persona afectada a mantener su vida social. Sin embargo, no es conveniente que vaya a eventos superficiales e intimidantes centrados en la vanidad, como fiestas y salidas nocturnas. Un paciente afectado no disfrutará ni tendrá ganas de vestirse; recuerda que estas personas se criticarán a sí mismas en todo aspecto y que suelen ser sensibles a las sugerencias relacionadas con la forma en la que deben presentarse. Motívala a ir a ver películas a la casa de sus amigos, ir al boliche y al cine.
Invita a que la persona afectada siga llevando a cabo sus hábitos o mecanismos de defensa más simples y menos perjudiciales, como usar maquillaje cargado, ropa holgada o inusual o inapropiada que considera puede cubrir o alejar la atención de sus defectos.